lunes, 23 de julio de 2018

Hoja 18: Vete a coger coquinas, Juan





El Castillo de San Marcos, la fortaleza más antigua de los USA, erigida por los españoles para proteger la ruta Atlántica.

(Nota previa: si quieres saber de qué va esto, lo explico más o menos aquí y las normas aquí)

Nueva Orleans (Luisiana)-Mississippi-Alabama-Saint Augustine (Florida): 938 kilómetros (nuevo récord diario)



Un dato/hecho: Puede que esté durmiendo sobre los huesos de un jefe indio asesinado por los primeros colonos. No lo digo yo, sino el cartelito junto al árbol que hay justo a la puerta de mi habitación en Saint Augustine. Empieza botánica la información: que si es un roble con cuatro siglos de vida, y luego se pone escabrosa al decir que de aquí ahorcaban a los maleantes y que eso, que por aquí enterraron a un jefe indio. Lo dicho, mi habitación es justo la que está más cerca. 


Justo por donde está el barquito, en esa franja sin tierra, se abre el Atlántico. Mi cara de circunstancias no es porque esté pensando en el indio.

Una canción: 'Tierra', de Xoel López. Cada día soñaba con alcanzar la playa, dice... Yo, cada kilómetro de hoy soñaba con ver el mar. Además, la canción habla de ir para un lado y otro y pertenece a un disco titulado 'Atlántico', que es adonde he llegado hoy por fin. 



Desde el coche es imposible captar con el móvil que toda esta vegetación se suele asentar sobre pantanos.

Una película/serie: 'Apocalypse Now', de Francis Ford Coppola. Quizá parezca que no tenga nada que ver, pero es imaginarme a esos europeos del siglo XVI a través de las imposibles marismas de la costa del golfo americana y el choque de civilizaciones y rotura total de paradigmas que no hago más que pensar en el horror, el horror. 

Juan Ponce de León fue el primer occidental en pisar la Florida (llamado por lo tanto descubridor de esta tierra y de Estados Unidos).

Un libro: 'País de sombras', de Peter Matthiessen. Toda la épica y epopeya del western o de los americanos hechos a sí mismos trasladado al insoportable escenario de la Florida del siglo XIX, cuando se ganaba a los pantanos cada centímetro de tierra y cada dólar fuera de contrabando o matando al vecino. De un autor no demasiado conocido en España ni muy prolífico, pero siempre excelente.



Un error: Había que pasar por días como el de hoy. Récord de kilómetros y todos ellos por interestatales, que son autopistas sin ningún encanto (sobre todo, a este lado oriental del Mississippi, cuando atraviesan bosques y no puedes perder la vista en los horizontes infinitos del norte o del oeste). Antes de salir de Nueva Orleans, segundo cambio de aceite y revisión de la ruta.

Es casualidad que veo ahora al subir la foto... o no, es una prueba: fijaros cómo está libre el carril de la izquierda. Y encima llovía.

Un descubrimiento: Jacksonville, en Florida, no tiene fama de ser una ciudad con demasiado glamour. Más bien es todo lo contrario. No sé qué deciros, salvo que en sus alrededores he experimentado la peor conducción colectiva de todos mis viajes... Vaya nivel de macarrismo. Tanto, que he dudado de si estaba en Inglaterra. En una autopista de tres carriles, y estando libre el de la izquierda, a todo el mundo le daba por adelantar siempre por la derecha. 



Una comida/bebida: La tarta de lima del Columbia, en Saint Augustine. Se autoproclama la gema de los restaurantes españoles, data de 1906 y su carta es un batiburrillo de comida española, cubana, americana, cajún, italiana y lo que le echen. La tarta era magnífica y no, no probé la paella ni la sangría (¿a qué voy a ser masoca, que vi lo que servían por allí?), aunque un arroz amarillo que me pusieron con mi salteado Marilyn (al parecer iba con Joe Dimaggio y se peleaban por lo que tomar hasta que una camarera le ofreció mezclarlo todo: gambas, pollo, ternera, chorizo y verduras) era un engrudo. El salteado estaba rico; un poco al estilo de comida china de resaca, pero rico.



Una imagen: Telones sobre el cielo de Florida. 

Ya sé que en España hay de estas en cada esquina... pero es que esto no es España.

Una historia: Saint Augustine empieza a cansar llegado un momento con eso de "la más antigua de los Estados Unidos". Porque sí, es la ciudad continuamente habitada más antigua del país (se fundó en 1556, aunque Ponce de León llegó aquí en 1514, un siglo antes de los del Mayflower en Nueva Inglaterra), pero también tiene la iglesia más antigua, la fortaleza más antigua, el restaurante español más antiguo y hasta la escuela DE MADERA más antigua... 

Seré yo que, como buen español, empiezo despreciando lo que, por otro lado, vuelve a dejar claro la de cosas que empezó un español cabezón y tozudo, que en el caso de Ponce de León quiso llegar adonde Colón no había alcanzado y descubrir una nueva isla. Puso pie (no está claro si en la playa de esta ciudad de Saint Augustine o un poco más al sur) y miró todos los árboles que tenía delante y llamó a aquello la Florida. Luego, después de él, vendrían muchos que harían hazañas como cruzarse todo el sur y luego bajar a México, fundar la segunda ciudad más antigua de los USA (Santa Fe), dominar tres cuartas partes (sin saber su verdadera dimensión) de lo que hoy es el país...

Luego, paseas por el centro de Saint Augustine y resulta que hay más banderas inglesas y hasta canadienses que españolas. Hay un par de lo que ellos consideran que es Castilla: la de Castilla y León, que es una costumbre que tienen en los USA de recurrir a esa bandera dividida en cuatro partes con leones y castillos en rojo y blanco para simbolizar la presencia española; lo he visto en San Luis, San Antonio, Nueva Orleans... Pero la rojigualda solo ondea en "la gema de los restaurantes españoles", el Columbia. 


La ciudad es un pastiche entre resort que imita al colonialismo y decorado de instituto.

Pero, al final, más inglesas. Sobre todo, porque el centro del pueblo tiene un aire como a esos pueblos turísticos del sur de Portugal colonizados por los ingleses o, lo que es peor, al centro de Gibraltar. Y, pese a estar donde está, quien haya visitado Gibraltar sabe que no tiene nada de español en su arquitectura. En resumen: que todo suena a anglófilo (¿será porque es USA?), por mucho que los carteles estén al 50% entre español e inglés y haya mucho nombre español por todos lados.

El homenaje a la Constitución... de 1812.

Hay, incluso, una plaza de la Constitución. Exacto: como en cada pueblo de España. Aunque claro, y antes de que se me pongan nerviosos algunos de ustedes y los espías rusos que trabajan para los catalanes que estarán leyendo esto (eso es broma, ¿eh?), se llama así desde 1813 y en honor a la Carta Magna de 1812 de Cádiz. Lo malo es que cuando se inauguró llegaron noticias de España de que no, que ya no había más Pepa, que Fernando VII ordenaba cargarse todo homenaje o símbolo a la Constitución. Así se hizo en toda España y América, salvo en Saint Augustine, donde se mantuvo en sus trece el homenaje constitucional (eso dice en el cartel de aquí, no sé si será cierto que no hay homenaje de hace dos siglos que perdurase sobre la soberbia del rey).

Son entre enternecedores y coherentes en este pueblo. Verán: unos diez metros más allá del monolito constitucional hay otro parecido de recuerdo a los soldados confederados. Un cartel a su vera aclara que sí, que son conscientes de lo que puede suponer, pero que se ha debatido a fondo por los vecinos y se ha decidido que, como ciudad más antigua de los USA, tienen un compromiso de respeto hacia todo el legado y la historia como fue. Por lo tanto, antes de lanzarse a quitar el monolito como otros han derribado estatuas en otros puntos del país, lo que harán será explicar debidamente el contexto en torno al monumento.



Un consejo para cuando se pongan a mirar en la wikipedia el contexto. Que miren lo que es una coquina en España. Y una piedra ostionera. En Saint Augustine dicen que desde la casa del gobernador a la iglesia, pasando por el Castillo de San Marcos, están hechos con coquinas. Que no sé a cuánto está el kilo aquí, pero muy barato no suena. Ignoro si el problema vino de un cachondeo a bordo del barco que dirigía Juan Ponce de León, que mandó a coger coquinas a uno cuando quería mandarlo muy lejos (o al carajo, que también es una parte de los barcos). A lo que un americano entendió que se refería a coger piedras al otro lado de la isla. 

Normal que se líen. Para entender a un gaditano hacen falta tres milenios de historia y estos van por los tres siglos mal contados.       

No hay comentarios:

Publicar un comentario