(Nota previa: si quieres saber de qué va esto, lo explico más o menos aquí y las normas aquí)
Billings (Montana)-Parque Yellowstone (Montana/Wyoming)-Rock Creek (MT): 700 kilómetros (pero la mitad en montaña al estilo Despeñaperros).
Un libro: 'Bajo cielos inmensos', de Alfred B. Guthrie Jr. La verdadera dimensión de la conquista del Oeste por sus protagonistas en formato novela y en aliento épico (de verdad, no como lo usan hoy en día los chavales). De esas joyas de narrativa sobre el oeste americano que publica Valdemar (mil gracias por ello), la mejor.
Un amanecer cualquiera en Montana. |
Una canción: 'Lord only knows', de Beck'. Con Beck en los altavoces (gracias ahora a Estrella y Rafa) empezó mi primera ruta americana, la que hice en 2009 con ellos dos desde San Francisco al Gran Cañón. Hoy sonaba el disco Odelay cuando me adentré en las montañas en la otra punta de las Rocosas.
La mancha blanca en plena montaña es una cascada... como tantas que brotan por toda la cordillera. |
Una película/serie: 'Wind River', de Taylor Sheridan. Solo ha hecho tres películas y dos de ellas están entre mis favoritas de la última década (la primera, 'Sicario', no la he visto, pero también tiene grandes críticas), 'Comanchería' y 'Wind River', ésta última ambientada en una reserva india de Wyoming donde a (casi) nadie le importa la muerte de una india. Para colmo, acaba de estrenar serie titulada, precisamente, Yellowstone.
Un error: Me adentraba en la carretera de Beartooth camino de Yellowstone cuando me puse a hacer fotos a través del parabrisas mientras conducía. Por los dos centímetros de ventana abierta, se coló una mosca del tamaño de una avispa y se suicidó contra mi boca (cerrada, que no estaba hablando solo) y murió en el asiento del copiloto. La naturaleza avisaba: dejar de hacer el tonto.
Un descubrimiento: La nieve roja en Beartooth. Será por efecto de la arena, pero es que parece que hayan pasado por allí los Coen (o Hawley, el de la serie). No sé si las fotos hacen justicia (como en casi todo en este post).
Una comida/bebida: Una trucha en territorio mundial de truchas, los alrededores de Missoula, en Montana. La fríen, como todo aquí, pero comerse una cosa recién pescada (con mosca, como en la peli de Redford y Pitt, que se rodó aquí) junto a una excelente cerveza también local... pues eso, qué decir.
Una imagen: Ni planificándola habría salido mejor. Todo es azar: salía de una curva en Yellowstone y a 50 metros veo a un bisonte a dos metros de la calzada, agarro el móvil, lo desbloqueo, activo la cámara y disparo sin pensar y sin reducir velocidad. Y sale esta composición (con pajarillo en lomo incluido), solo manchada por los cien mosquitos que he matado antes. Una pena, sí.
Un dato/hecho: 68 millas (110 kilómetros). Es la distancia entre Red Lodge y la entrada noreste de Yellowstone. Hay quien dice que es la carretera con mejores vistas de Estados Unidos y la mejor sin duda para los moteros. No he estado en todas, pero, desde luego, no puedo rebatirlo tras conocerla.
Una historia: No voy a asumir que todos sabéis lo que es el Síndrome de Stendhal, pero lo explicaré rápido: lo sufres cuando has visto o sentido tanta belleza que ya no puedes asimilar más.
Hoy,
cuando he llegado al Parque Nacionald de Yellowstone, estaba hasta
arriba de belleza. O, siguiendo con la línea pedante, le daba la
razón a todos los adoradores de Ulises cuando aseveran que no
importa tanto el destino como el camino.
A
lo que iba: para acceder a Yellowstone desde el noreste hay que
atrevesar la conocida como Beartooth Highway (la carretera del
colmillo del oso), unos 110 kilómetros de curvas cerradas, cambios
de rasante, velcidad máxima de 50 kilómetros por hora y donde te
pasa de todo... pero todo es hermoso.
Sales
de Red Lodge, en el rincón suroeste de Montana y el pueblo es
coqueto, de pie de montaña, de paso para millones de turistas. De
inmediato, empiezas a subir cuestas, con el arroyo tronando a tu
izquierda como si fuera uno de esos trenes kilométricos que te
ensordecen de vez en cuando en las llanuras. Hay pinos muy, muy altos
a ambos lados y las montañas juegan a plantear problemas básicos de
trigonometría, entrechocando triángulos entre sí en un horizonte lechoso donde el
sol no termina de azulear el cielo.
Sigues
subiendo, curva a izquierda y derecha, alguna caravana molestando
y más motos que coches (pocos de cada uno, que son las siete de la
mañana). La naturaleza ya es salvaje; al fondo despuntan montañas
con todas las letras (aunque en Montana se le resbale el sombrero a
la eñe tan nuestra).
No
sabes dónde parar de tantas fotos que ves posibles (hay apartaderos
a puñados). Y pido perdón porque por mucho que hable o escriba
jamás podré mostrar la grandeza de la naturaleza (si pudiéramos,
para qué íbamos a buscar en ella un sentido). En el punto
conocido como Rock Creek una mujer de Minnesota alimenta a las
ardillas (las llama chistando como si fueran palomas) y me da un
puñado de manises que me da apuro tirar al monte. Los tiro a la remanguillé porque no voy a conducir con ellos en la palma. Algo se los comerá o se lo tragará la tierra y crecerá un árbol, yo qué sé. Un tipo también
de Minnesota me pregunta que de dónde soy. “Yo he venido cien
veces aquí”, me confiesa, la mirada vidriosa de quien siente
envidia hacia quien ve algo maravilloso por vez primera.
Todavía
queda por subir, y se van perdiendo los árboles, porque estamos en
la cima de una señora montaña de Montana... o de Wyoming, porque la
cumbre se la reparten ambos estados. También se reparten nieves
(estamos a 10 de julio) con hasta diez metros de alto en alguna curva
y quitanieves aún en funcionamiento. La cima está a más de 3.000
metros (el Teide tiene 3.700). Hay lagos glaciares. Y frío. Y
viento. Estamos a noviembre de pronto. Las montañas son dálmatas,
la nieve parece tener sangre en las entrañas. Hay que bajar.
Al
otro lado, el valle es completamente diferente al de subida. Es la
antesala de Yellowstone, con picos rocosos y valles fértiles, más
pardo que verde oliva, tonos pastel frente a las sombras de la subida, más naturaleza que piedra, pop y rock.
¿Yellowstone? ¿Todavía queréis que hable de Yellowstone? Estoy yo para hablar tras cuatro cervezas de Missoula.
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