lunes, 16 de julio de 2018

Hoja 12: Paul Newman y Cristiano Ronaldo



Tormenta sobre el cañón.


(Nota previa: si quieres saber de qué va esto, lo explico más o menos aquí y las normas aquí)

Joshua Tree (California)-Las Vegas (Nevada)-Grand Canyon Village (Arizona): 780 kilómetros.




Un libro: 'De ratones y hombres', de John Steinbeck. Una novelita corta pero intensa, dura y contundente. Un relato de ese Estados Unidos sin futuro, sin esperanza, sin nada que echarse al orgullo. Un paí
s, una idea de país, demasiado grande para una persona normal. Por si no queréis ir a lo grande con 'Las uvas de la ira'. Que también deberíais. 


El desierto de Mojave, en cuyas lindes hay acres por un tubo en venta.

Una canción: 'Love for sale', de Talking Heads. Ya que todo está en venta en el desierto, recupero esta canción que seguramente fue de mis preferidas desde muy pequeño (hablo de los diez años o así). Aún hoy añoro a este grupo y todo lo que hacía. Pero ese riff de guitarra es bestial.




Al igual que en Joshua Tree pueblo, la vecina 29 Palms (29 palmeras) también es territorio comanche. No conté si hay 29 palmeras. Supongo que alguna más. No demasiadas, pero alguna más. 

Una película/serie: 'Justified'. Ya que no voy a estar por Kentucky ni de cerca este año (ya visité Harlan, de hecho, el año pasado), escojo otras de esas series a las que le tengo especial cariño y devoción. Porque, al fin y al cabo, también iba de esa América al otro lado del sueño de progreso, el que subsiste como puede.



Una comida/bebida: Olvidad la hamburguesa de pavo en versión suela de zapato del primer plano. Lo que se merece ser destacado es la cerveza que está detrás. Se llama Sweet Devil Stout y elabora la College Street Brewhouse, de la misma Arizona.



Un dato/hecho: El primer europeo que vio el Cañón del Colorado era, por supuesto, español: el capitán García López de Cárdenas, que pertenecía a la expedición de Vázquez de Coronado que andaba remontando desde México en busca de las ciudades míticas de oro. Los primeros en bajar el cañón y en descubrir el río también fueron españoles, pero en el parque solo he visto referencias a un tal Powell, americano que lideró la primera expedición científica... tres siglos después de los españoles. 



Un descubrimiento: Hay americanos que saben utilizar el zoom, encuadrar, tener en cuenta el fondo y a la persona a la que le estás haciendo fotos... tengo alguna del viaje que no he enseñado que es para echarse a llorar. E incluso esta mujer de hoy en el Cañón no paró hasta sacarme una bien (las tres primeras son horrorosas). Pero lo hizo por su cuenta.





Un error: En el día de hoy, una elección de lo menos malo. Me hubiera gustado, viniendo para el Gran Cañón, conducir un tramo largo de la antigua ruta 66 por Arizona, pero era añadir una hora más a la paliza. Además, ya lo hice en 2009. Gajes de una ruta apretada.




Una historia: Ha sido un día extraño. Madrugón para ir a ver el amanecer en el Joshua Tree (a las tres en pie ya), muchos kilómetros sobre desiertos desolados (lo que no está del todo mal porque tiene su encanto) y autopistas insulsas (esto es mucho peor). Y calor, calor del desierto. Y hasta lluvia... que no deja de ser curioso que, tras casi 8.000 kilómetros de ruta ya el único sitio donde me ha llovido sea en el desierto de Arizona. 

Además, me ha dado por desviarme un poco y meterme en el Strip de Las Vegas porque sí, por capricho. Me he recorrido la mitad, he descubierto que hay bastantes más edificios que hace nueve años (y más brillantes y más descarados) pese a que creía que ya no había sitio... y luego he enfilado hacia el Gran Cañón del Colorado, donde eso que he dicho ya alguna vez en esta ruta (que por muchas fotos que haga jamás se hará justicia al original) cobra toda su dimensión. Pueden gustarme más otros diez sitios, puedo volver inexorablemente a Nueva Orleans o a Maine, pero si tuviera que decir un solo sitio que hay que ver con tus propios ojos de todo USA ese es el Gran Cañón. Escribir sobre él es más en vano que hacerle fotos.

Ni aunque seas un inconsciente y te sitúes al borde de un precipicio para hacerte un selfie... lo que me hace pensar que los viejos espíritus de la decena de tribus que reclaman el Cañón como tierra de sus antepasados cuidan del turista irresponsable. Sin barandillas, con desfiladeros de arcilla y de tierra durante kilómetros para ansiar las ganas de inmortalizarse de millones de visitantes y no es que se lean muchas noticias de desgracias. O será como lo de los balcones de Sitges, que ya no es noticia. 

Ya. ¿Por qué se llama este post Paul Newman y Cristiano Ronaldo? Porque Paul es el Gran Cañón del Colorado y Cristiano es Las Vegas. Uno es una fuerza de la naturaleza y el otro un macarra con ínfulas y complejo de inferioridad.

El segundo hace todo lo posible por ser uno entre un millón. Lo tiene todo: el dinero, ciertas dotes, ambición, algunos mínimos físicos pero, sobre todo, es un tipo que quiere ser el número uno. Eso es hasta comprensible. 

Pero, al final, lo que la naturaleza ha hecho siempre superará a lo que el hombre sea capaz de poner en pie. Gran Cañón. Las Vegas. Por su cercanía, es posible que un turista que vaya a un sitio y al otro (dependiendo de si es un turista de juerga o de naturaleza, que se quedarán en su elección). Esa misma cercanía, eso de estar en el mismo paquete vacacional no deja de ser una faena para el hombre que ha querido erigir un paraíso de plástico y luces en mitad de la nada. Cuando hay tanto no muy lejos.  

Hagan fotos o hagan juego. En Estados Unidos, en Los Ángeles o en Joshua Tree, en San Francisco o el Pacífico, en Nueva York o en las cataratas del Niágara, en Chicago o en Yellowstone, en los rascacielos o en los cielos infinitos. La conquista del Oeste o la rendición de los indios. Siempre hay dos caras. Nos gusta lo pop, lo que sale en las películas, lo que vemos desde pequeñitos de una forma o de otra. Aunque, al final, lo que nos deja sin palabras es lo que solo se puede ver en persona y no a través de una pantalla. Y una foto es reducir a una pantalla un recuerdo. Ayuda, es útil, hasta le tenemos cariño y nos aferramos a ello. Perfecto: mientras no olvidemos que primero estuvimos allí. 

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