domingo, 15 de julio de 2018

Hoja 11: Cuando vaya allí



(Nota previa: si quieres saber de qué va esto, lo explico más o menos aquí y las normas aquí)

San Francisco (California)-Joshua Tree: 915 kilómetros (el récord, sí)



Una canción: 'Where the streets have no name'. de U2. Sí: otra vez U2, pero conducir a través de Joshua Tree mientras cae la tarde requiere esta canción, y acelerar porque se te escapa el sol y te quedan tantas fotos por hacer. Tanto que ver todavía. 





En Joshua Tree no solo hay árboles, sino formaciones rocosas caprichosas.

Una película/serie: 'A dos metros bajo tierra', de Alan Ball. Ninguna serie ha tratado la muerte, la ausencia, la familia, el dolor y el amor como lo hizo esta durante su mayor parte (que también tuvo bajones). Y pocos finales han concitado un aplauso unánime como esa Claire conduciendo hacia el futuro (tan poco común en una serie, que a la gente le guste el final). 

Un libro: 'Todos los hermosos caballos', de Cormac McCarthy. Hicieron una película infame y no es de los libros más conocidos. De hecho, es parte de la trilogía de la frontera, una entrega más. Sin embargo, es mi preferida del autor. Límite, desértica, salvaje. 

Un retoño de árbol.

Un dato/hecho: El árbol de Josué (Joshua Tree, para entendernos) solo se puede encontrar en sitios muy concretos, en torno esta zona de Estados Unidos y quizá algo en México. El nombre se lo dieron los mormones, a los que la forma de las ramas les recordó a Josúe pidiendo ayuda a dios. 

Normal que se encomienden a Jesús en este pueblo.

Un error: O un mal rollo. El pueblo de Joshua Tree es lo más parecido a una aldea del salvaje oeste que he visto en los USA. Lo digo por el ambiente límite: en mitad de un desierto, con polvorientos centros comerciales avejentados y establecimientos de comida rápida despintados, vagabundos por las carreteras y locos: un tío sin camisa y descalzo a 45 grados (imaginen la temperatura del asfalto) insultando a los coches que pasan, pedigüeños en las gasolineras, una mujer gritando de desesperación en un aparcamiento sola mientras anda (no le pasaba nada, solo rabiaba) y un saloon donde cené (no del todo mal) pero en el que no me quedé al anochecer por si se convertían en vampiros. 



Un descubrimiento: Dicho lo anterior, no me extraña que proliferen las propiedades en venta. No sé quién querrá venir a vivir aquí, en mitad de un desierto y tan lejos de casi todo. Aunque lo mismo que hay carteles hay numerosas inmobiliarias. Así que negocio habrá (Palm Springs no está lejos). 



Una comida: Recupero una del sábado, a falta de alicientes este domingo. Fue en el Tony's Pizza de San Francisco, donde dicen que ponen la mejor pizza de la ciudad (¿o era del país?). No sé si es para tanto, pero estaba deliciosa y por una vez en mi vida el tomate era lo mejor de todo el plato.  



Una imagen: Tampoco hacen justicia las fotos de lo que es este parque natural. 





Una historia: Hoy es el día más difícil para escribir una historia. 

Podría ser difícil por los 900 kilómetros de autopistas aburridas, circunvalaciones en torno a Los Ángeles y sus círculos concéntricos infernales de urbanizaciones  y gente que adelanta por todos los carriles como en un videojuego desquiciado. 

Podría ser difícil porque han sido horas y horas al volante sin mayor objetivo que llegar. Y encima, la final del Mundial me pilló justo al principio de la jornada, cuando más descansado estaba.

Podría ser difícil porque Joshua Tree, el pueblo, es uno de esos lugares donde el aire, y no solo por el viento racheado de poniente (aquí venga de donde venga el viento es caliente), está enrarecido. Hay gente desquiciada, la tierra es mala, solo crece un tipo de árbol capaz de prosperar en el polvo y la nada. Pareciera que la naturaleza no quisiera al hombre cerca y se empeñase en volverle loco. 

Podría ser difícil porque son las tantas y son muchos días ya de ruta. Ya sabemos que cuando se para cuesta más arrancar de nuevo.  

Podría ser difícil porque, sencillamente, no hay historia que contar.

Pero sí la hay. Joshua Tree es, como ya apuntaba al inicio del post, el título de uno de los discos de rock más famosos de la historia. Aun así, es lo de menos en mi caso. Que sea famoso, digo. Cualquier cosa que suene a U2 es un relámpago que vuelve a siluetear en la oscuridad, al fondo, el atisbo de un horizonte de sentido. No porque sean mejores o peores: fueron los mejores en torno a esos años de Joshua Tree; o fueron felices, en toda la década de los ochenta, antes de que los muros se derrumbasen y se perdiera la inocencia a golpe de mazazos. He dejado de hablar de U2 hace tiempo y hablo de lo que me recuerda U2. Desde luego, esta ruta no existiría si fuera un simple capricho personal. Las locuras más hermosas nunca son por uno mismo. Como dice en la canción con la que empezaba (y lo bueno de las obras de arte es que cada uno le saca el significado que necesita), cuando vaya allí, iré contigo. 

Y contigo. 

Y contigo.  

Es todo lo que puedo hacer.  

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