Recalculando
ruta…
El
GPS de vuestra memoria os habrá alertado de que esta Ruta Pop no es la Ruta Pop
que conocíais (a los que no, os recomiendo que paséis de mí en los próximos cuatro párrafos y vayáis donde empiezan las fotitos, que más o menos explica qué fue una Ruta Pop y qué pretende seguir siendo).
No.
No lo es, obviamente. Y ese camino se ha perdido como pocas cosas se pierden
hoy día en internet (¿esperábais que dijera algo en plan como lágrimas en la
lluvia?). ¿Derecho al olvido? A mí me han dado una patada y me han aplicado la
Obligación al olvido. El culpable es Hostinger, que porque le ha dado la gana
borró de un día para el otro el blog del año pasado. Sin back up (signifique lo
que signifique) ni hostias. Borrado sin posibilidad de recuperación.
Así
que empiezo de cero, con un poco de nostalgia de lo que se fue y nunca volverá.
Porque me da algo de pena haber perdido lo que escribí hace un año en moteles
polvorientos y tras cenas opulentas.
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Así se esfumó todo |
Está
perdido, sí. No me insistáis. Lo sé: soy un poco soplapollas por no haber
guardado textos (las fotos las tengo, eso sí). Hay un par de borradores en un
Word, pero, la verdad, el 95% de todos los textos los escribí directamente sobre
el blog perdido. Y, en efecto, eso incluye Little Big Horn, su reportaje o la
crónica inicial de ese primer día donde todo lo que podía salir mal salió de
extra pena.
De
lo poco que se pudo salvar, la lista de los 10 mejores momentos, que paso a copiar aquí
abajo para refrescar un poco la memoria de lo que fue la Ruta Pop originaria, aquellos 7.000 kilómetros en 10 días por el Medio Oeste americano en septiembre de 2013.
(Escrito el 12 de septiembre de 2013. El texto lo he dejado tal cual lo escribí. Las fotos son distintas, porque entonces no quise repetir fotos ya publicadas antes, pero ahora he elegido las mejores de cada caso y he puesto más de una en cada punto, así refresco un poco más la memoria en general y refleja más del viaje en sí).
"Final de trayecto. Hasta aquí hemos llegado. Se me ha
acusado de ser largo, pero escribiría cien veces más de lo hecho de todo lo que
he visto. Siento si no he explicado algo bien en alguna ocasión (en más de
una), pero mis jornadas empezaban a las cinco de la mañana, no bajaban de ocho
horas de coche diarias y con varios sitios de visita de por medio… Cuando me
ponía a escribir, ya estaba bastante cansado… y eso cuando me funcionaba la
conexión.
Aunque ha merecido la pena compartir la experiencia un
poquito (hay, insisto, bastante más).
Bueno, no me lío más. Al lío (valga la redundancia). Os dejo
diez momentos y os propongo que me escribáis a este post para decirme los
vuestros, pedirme fotos de algo (he hecho más de 700) o lo que se os ocurra.
Me ha costado reducirme a diez…
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En el aeropuerto de Memphis, al devolver el coche.
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Mi fiel, y a veces impertinente, copiloto: Americanity. |
10. El coche da problemas. Pero el coche no dio ninguno al
final. Canta el gran Billy Howlin’ and Maddin’ Perry en una de sus canciones
que el blues es cuando un hombre bueno tiene un mal día. En esa misma canción
cuenta que empieza su mal día con el coche que no arranca. Como me pasó a mí.
Sin embargo, incluyo este momento como uno de los mejores porque he recorrido
más de 4.000 millas (más de 6.500 kilómetros) sin ningún incidente mecánico, de
tráfico ni de climatología. No todo lo que empieza mal tiene que ir mal.
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El mejor desayuno del viaje, a pie de carretera en la Osceola de Arkansas. |
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Pedro, un mexicano con un garito supermercado-taberna en la Osceola de Iowa. |
9. Osceola, sinónimo de buen rollo. A partir de ahora, cada
vez que vea un pueblo llamado Osceola me detendré. En el de Arkansas, nada más
empezar el viaje, se me quitó la mala leche con el mejor desayuno de todo el
viaje. En el de Iowa, Pedro y su tienda mexicana me salvaron la vida al dejar
que cargara la batería de la cámara poco antes de los puentes de Madison.
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El Primero de Caballería de Texas posa con Little Big Horn al fondo. |
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La caballería, sobre el terreno de la historia. |
8. Acompañado de la caballería. Nunca pensé que visitaría
Little Bighorn con los sucesores del general Custer. Además, y pese a que me
intimidaron en un principio, se portaron bastante bien luego.
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Un típico garito en Clarksdale, cuna del blues. |
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El garito por dentro, tras una buena cerveza local. |
7. El lugar donde el blues vive. Y nació, y creció, y sigue
creciendo. Clarksdale me ha ganado. Seré un cultureta condescendiente como
Morgan Freeman, pero quiero volver a Clarksdale y pasar una semana de concierto
en concierto.
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La imitación del Stonehenge, en Alliance (Nebraska) |
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En las Sandhills, trenes y mucha soledad. |
6. Nebraska. Creo que es mi estado favorito (qué me gusta un
sitio solitario, leñe). Sus Sandhills, sus pueblos de 76 o 12 habitantes, sus
trenes como única compañía de carretera (y tú también, Americanity… no te me
pongas bizcochón).
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Rowan Oak, desde dentro. |
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Y desde fuera. |
5. Mirar por la ventana de Rowan Oak. Faulkner y su patria
chica originaron el viaje en su momento. Había que rendir tributo y el esfuerzo
ha merecido la pena. Como dice el propio Faulkner, “entre el dolor y la nada,
sólo los cobardes eligen la nada”.
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Sioux Falls (Dakota del Sur) en el retrovisor. |
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Las Black Hills, en Dakota del Sur, se desperezan. |
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Amanece sobre Little Big Horn (Montana). |
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Rojo, muy rojo, se va el sol en Pittsburhg (Kansas). |
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Y rojo, muy rojo, vuelve en Oxford (Misssissippi). |
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El día suda desde primera hora cerca del río madre. |
4. Los últimos horizontes. Ya lo decía la cabecera de este
blog, iba a la búsqueda de últimos horizontes. De ahí tanta puesta o salida de
sol. El rojo de Sioux Falls o los amaneceres y atardeceres eternos de Kansas o
Nebraska. Para terminar en Oxford, donde la tierra suda al salir el sol.
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Ni los indios querían pisar las Badlands. |
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Hay una carretera de más de 20 kilómetros entre los peñascos. |
3. Bellas y malas tierras. Las Badlands ha sido la sorpresa
del viaje. No estaban en el itinerario original. Menos mal que enmendé ese
enorme error. Los indios las odiaban por infértiles e imposibles. Yo me he
enamorado de ellas (y de alguna cerveza, de nadie más).
2. Los puentes del tesoro. Con un mapa en la mano y el polvo
envolviendo al coche en caminos de tierra, los puentes cubiertos del Condado de
Madison justifican cualquier pastelada que se les pueda dedicar. Preciosos,
simplemente (los puentes y todo el condado).
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The Last Stand Hill. Subiendo todo ese valle atacaron los indios. |
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El valle, ahora desde abajo. |
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El otro extremo de la batalla. |
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Los árboles no crecen en Little Big Horn. |
1. Little Bighorn. Sin más palabras, excepto la sensación de
fin de viaje, de trayecto cumplido, de respeto al pasado y a lo que eres (pese
a que he descubierto la verdad sobre la batalla). De lo que tienes que ser pese
a todo, pese a la vida y, sobre todo, pese a la muerte".
(Hasta aquí el artículo del año pasado)
En
breve hablaré de mi próxima Ruta Pop (porque es la razón de que haya elegido esta nueva carretera).
Nos vemos pronto.
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