Si me estás haciendo la pregunta
del título y todavía no has terminado con Breaking Bad, date la vuelta ahora
mismo y no vuelvas hasta que la hayas acabado (un poco de paciencia hasta
mediada la segunda temporada, aunque también es verdad que la primera sólo
tiene 7 episodios).
Aun así, aquí os dejo una guía
rápida (sin entrar en grandes filosofías o explicaciones argumentativas) según
gustos, odios, preferencias, antecedentes y, sobre todo, según mi propia
(escasa todavía) experiencia y gustos personales.
(Nota: hablo desde la
perspectiva de sus emisiones originales en USA, con lo que es posible que haya
casos en los que no haya doblaje al español).
-Para los que quieren estar a la
última: Fargo
Si la penúltima ‘gran serie de
la que todo el mundo habla y no te la puedes perder’ fue True Detective, la
última, la ultimísima (no ha terminado aún su primera temporada) es Fargo.
Es el gran fenómeno presente
para críticos americanos y una nueva vuelta de tuerca al aprovechamiento de la
miniserie para contar una (buena) historia. Son sólo diez episodios (en la
primera semana de junio acababan de emitir el octavo) avalados por los Coen.
Pero eso es lo de menos, el punto de partida, que es la película homónima. Sin
repetirse (sólo homenajea), sin copiar: trasladando el mismo universo algo
surrealista y de humor negro de la película a una nueva dimensión. Billy Bob
Thornton es el malo protagonista (de los que caen bien, claro) y Martin Freeman
(sí, el Watson del Sherlock de la BBC y Bilbo Bolsón) el tonto que se hace
listo tras… Bueno, no cuento mucho más.
Sin embargo, yo me he enamorado
de Allison Tolman. Y de la fotografía, y de la banda sonora, y de los diálogos,
y de la dirección…
-Para los que quieren empezar (y
aspiran a saber de esto): Six Feet Under (Dos metros bajo tierra).
Nunca es tarde para hacerse
seriéfilo. Sólo que tendrás más trabajo para ponerte al día cuanto más lo
retrases. Pero si eres de los que aspiran a tener cierto grado de poso o
sabiduría entre tus amigos cuando hablan de esto, tienes que empezar con Six Feet Under. Esta misma
semana se han cumplido 13 años de la emisión de su piloto y forma parte del
Olimpo de series que empezó a construir HBO en la década pasada. Cinco
temporadas y sólo 63 episodios (aunque no son de consumo fácil).
¿De qué va? De la muerte y de
cómo la vivimos. De cómo vivimos y cómo morimos. De cómo morimos en vida o
vivimos en la muerte. Es la historia de una familia que regenta una funeraria.
Pero es la vida (y la muerte) misma.
-Para los que quieren algo
rapidito: Firefly.
¿Te gusta La Guerra de las
Galaxias? ¿Y los cómics de superhéroes? ¿Y las pelis de vaqueros? Hace mucho
tiempo, en una cadena que no le dejó ni terminar la primera temporada, Josh
Whedon (el artífice de toda la mega operación actual de los Vengadores en cine y TV)
creó esta joya de unos pocos capítulos y diversión asegurada. Hubo película
posterior para cerrar cabos sueltos.
-Para los que quieren algo
rapidito (poniéndonos serios): Black Mirror.
Es británica. Sólo con decir eso
hay gente que tuerce el gesto porque esto de los prejuicios es muy español. Aun
así, si aspiras a que te gusten las series, no puedes despreciar un mercado que
cuela sin problemas tres o cuatro series entre las diez mejores de cada año. Ya
no es sólo Sherlock o Downton Abbey.
Por ejemplo, está Black Mirror,
con apenas seis episodios (de menos de 50 minutos, no de hora y media como
otras producciones inglesas). Cada capítulo es una historia que empieza y
acaba. Una historia de esas que se denominan distópicas, es decir, con una
sólida base real pero algún elemento que aleja a la narración de nuestra
realidad (es una utopía que ha degenerado en algún sentido; vamos, algo bueno que
no es tan bueno al final). Concretamente, Black Mirror explora las
consecuencias de las nuevas tecnologías en nuestras vidas y en nuestra
sociedad. Moraleja de la buena.
-Para fardar: Studio 60 on the
Sunset Strip.
Aaron Sorkin. Si no conoces este
nombre (bien por el cine, bien por las series), busca en google y entérate. Si
te da pereza, es el que creó El Ala Oeste de la Casa Blanca y, con ese aval,
emprendió esta aventura que pretendía serializar los dimes y diretes de un show
como Saturday Night Live. Por si fuera poco con esta premisa, su protagonista
era Mathew Perry, el Chandler de Friends.
No pasó de la primera temporada
(22 episodios) y ha sido condenada al olvido. Sin embargo, es perfecta para
fardar un poco de conocimiento del medio después de que te hayas quejado de que el vino que ha puesto tu amigo en la cena ha envejecido mal.
-Para disfrutar: todo lo que
haya hecho David Simon.
No voy a explicaros por qué
debéis ver The Wire (hay mil páginas para eso) o su embrión, The Corner.
Tampoco me voy a explayar con Generation Kill, una miniserie sobre la guerra de
Irak muy infravalorada (de ésta hay menos loa mediática) porque se produjo tras el bombazo nuclear que fue The
Wire, pero una maravilla de narración bélica (de las miserias de la guerra en
el siglo XXI, en concreto).
Y no, tampoco voy a deciros
demasiado de Treme. Sólo que dentro de cinco años (acaba de terminar su emisión
de forma anticipada por unas audiencias rídiculas) formará parte de la realeza
televisiva. Para mí ya está en el podio. Sólo os digo que pongáis el volumen muy alto.
-Para otro post: mi favorita
(Deadwood), otras recomendaciones a medida y algunas trampas que hay que evitar (me voy a meter con Perdidos, ojo).
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