Son buenas. Porque son buenas. Pero ¿son tan buenas como
su despliegue de tomas pretenciosas, actuaciones reconcentradas, argumentos
retorcidos y tramas universales pretenden vendernos?
Aviso de antemano que todas las series a las que voy a
atizar me gustan. Que las sigo todas y que veo sus capítulos con muy poca distancia
de su emisión original. Así que no es un desprecio absoluto. Incluso, suele
gustarme cierta pretenciosidad en el arte, con lo que no es un problema de aversión
a la pedantería. Eso significa que ha querido hacerse algo bueno, eso significa
cierta valentía creativa.
Sin embargo, bajad un poco los humos, chicas. No sois tan
guapas. O sí lo sois. Lo que pasa es que perdéis encanto cuando os
embadurnáis con tanto maquillaje o camináis como estrellas fugaces de fútbol. A
veces, lo más efectivo es recogerse el pelo en una coleta y ponerse unas
converse. A menudo, si os tomarais menos en serio, todo sería mejor.
Juro por David Simon que en el párrafo anterior seguía
hablando de series.
Penny Dreadful
Es la razón por la que se me ha ocurrido este post. Con seis episodios emitidos (faltan dos hasta el final de temporada), es como una monja envarada que no admite ni un saludo. Una monja malencarada en medio de un cementerio de madrugada que se está comiendo las tripas de 13 gatos negros. No hace falta ver las seis horas completas: con el minuto largo de los títulos de crédito basta para cogerle el ritmo y las intenciones (si ya en la intro tienes que recurrir a la cámara lenta…).
Lo tiene casi todo para ser una serie sublime (los
primeros dos episodios, además, los dirigió Juan Antonio Bayona, con lo que
podemos añadirle hasta patrioterismo al uso a las razones por las que nos debe
gustar). Hay estrellas: Timothy Dalton, Eva Green y Josh Hartnett. También mucho
dinero para una cuidada producción del Londres coetáneo a Jack el Destripador
(junto a la Edad Media o la Era Industrial, la victoriana o la entreguerras,
los Años en los que Jack el Destripador Aterrorizaba Londres debería
considerarse una época independiente).
También hay historia de sobra de la que tirar: los
protagonistas son trasuntos de personajes reconocibles como Frankestein, Dorian
Gray, Mina Harker, vampiros, vaqueros entrañables, exploradores intrépidos y
experimentados… Todo muy La Liga de los hombres extraordinarios, aunque más
próxima al cómic de Alan Moore que a la película con Sean Connery. Todo,
realmente, muy Penny Dreadful, que son las publicaciones de terror de la época
de las que toma nombre la serie.
"Hola, soy Eva Green y pongo cara de intensa".
¿Y qué falla? Le falta ironía y, sobre todo, relajarse un
poco. Le sobra intensidad, tragedia y oscuridad. Si vas a tomar ese camino, el
de no dejar resquicios para respirar, el de la angustia absoluta, tienes que
ser una genialidad. Tienes que ser Haneke o Apocalypse Now. Palabras mayores
que se le quedan holgadas a Penny Dreadful. No digo que sea True Blood. Ni
siquiera American Horror Story. Que sea Penny Dreadful, esas pequeñas
publicaciones a un penique que germinaron el género de terror sin buscarlo, que
ni ellas mismas se tomaban en serio.
"¿Qué pasa? Soy Timothy Dalton y siempre hago los papeles que antes hace Sean Connery".
Ahora vendrán los dos últimos capítulos y me taparán la boquita. Mientras tanto, aquí os dejo una buena crítica (buena por positiva y por interesante) por @uriondo, un tipo que sabe bastante de cine, series y cómics.
"Pues yo soy Joaquín Reyes, copón".
Homeland
Con Homeland me siento como un amante despechado. Me emebelesó
durante un año y medio pero cuando descubrí que me estaba vacilando, cayó sobre
ella toda la ira irracional de los ex enamorados. Homeland debería haber
terminado en su primera temporada (recuerdo que me enteré de que habría segunda
antes de emitirse el último capítulo, es decir, que ya me adelantaban con esa
decisión cómo NO iba a terminar Brody el capítulo final). No daba para más la trama.
Mira por dónde me equivoqué: el arranque de la segunda
demostró que había mucho con lo que jugar que pocos se planteaban y nos regaló
episodios como el Q&A (el quinto) tras dos giros magníficos en el segundo y el cuarto.
Luego… luego desperté. O Homeland estiró sus propias
posibilidades. El desarrollo final de la segunda temporada se acerca demasiado
al Aceptamos Pulpo como animal de compañía, pero se acepta porque la queremos. La tercera temporada es un despropósito de principio a fin. Lo que antes había sido sorpresa ahora es tomar por gilipollas a la audiencia (el acuerdo entre Saul y Carrie es una tomadura de pelo). Hay tramas que no aportan nada, sólo metraje (en serio, lo de la hija de Brody es sonrojante). Desperdician personajes y posibilidades como Quinn y hasta el propio Brody, que para lo que había que mostrar del resto del mundo, mejor haber explicado cómo llega a donde llega. Para colmo, a
estas alturas de la descomposición deciden hacerle la pelota a Claire Danes, quien actúa como si se creyese Meryl Streep cuando lo
único que hace es poner todo el tiempo la misma cara de pucheros y loca de
atar.
Carrie, Cara de Loca que No Está Loca Pero Todos Creen Que Sí
Carrie, Pucheros Face.
Homeland sólo hubiera tenido una oportunidad de volver a
ser grande: que la grúa que ahorca a Brody se le hubiera caído en la cabeza a
Carrie y la matase allí mismo.
Aun así, veré la cuarta temporada porque… ¿alguna vez
dejamos de estar enamorados de quien hemos estado enamorados?
Una serie sobre periodistas que quieren hacer periodismo.
¿Hay un género más de ficción que ese? No sé por qué no la emite SyFy en lugar
de HBO… aunque, precisamente, su principal problema arranca de su origen: es
una serie de HBO y tiene que ser buena.
Durante toda la primera temporada lo es. Es tramposa, los diálogos
son imposibles, los republicanos son demoniacos y los personajes femeninos son muñecas
de trapo que sólo vienen a constatar lo que sufrimos los pobres hombres con sus
inseguridades y sus fobias. Es Aaron Sorkin, al fin y al cabo. Razón por la que
nacía con un crédito inflado que ni en lo más loco de la burbuja inmobiliaria.
La segunda temporada pinchó la burbuja sin remisión (bueno,
yo nunca he visto una burbuja que se regenere tras explotar). Los errores no sólo
no se enmendaron, sino se exacerbaron hasta embadurnarse del ridículo absoluto.
Te digo una cosa, Sorkin: tus diálogos son brillantes, pero cuando desarrolles una
historia de amor llama a Shonda Rhimes y que te preste unos bocetillos de Anatomía
de Gray. ¿Y giros de guión? No sueltes el teléfono de Rhonda. A Scandal seguro que
le sobran tramas From lost to the river.
No me vas a escuchar. Lo sé. Tampoco la HBO; que ya ha decidido
que en la tercera temporada se acaba la serie.
Las mujeres, según el señor Sorkin.
Otro día daré otros ejemplos e incluso alguno de serie que logró darse cuenta de sus errores y pasó al bando de Series que son Mejores de lo que Parecen.
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