Os debía el corte final, el de los diez mejores momentos (o algo así) de la Ruta Pop 2. Perdonad el retraso, pero ayer todavía andaba entre mohíno, jetlageado, agotado, morriñero y bajonero.
Seré breve.
Aunque antes, brindemos con un bourbon de la tierra para ir entrando en calor:
10) Sin contratiempos
Ahora sí lo puedo decir: Nueva Orleans tiene la mayor tasa de criminalidad de Estados Unidos. Siempre se ha dicho que los crímenes se quedan entre los locales, es decir, entre bandas y rencillas de vecindario y muy bien se guardan de afectar a zonas turísticas. Sin embargo, justo una semana antes de coger el avión hubo un tiroteo en plena noche del sábado en Bourbon Street (como si en Madrid lo hubiera en la Puerta del Sol). El resultado: nueve heridos y una chica de 20 años muerta.
Estuve a punto de cambiarlo todo y no pasar ocho de los 15 días en Nueva Orleans. No lo hice y me alegro. Incluso os remito al punto 6 como contrapunto (además... en Bourbon Street no me iban a coger, precisamente).
Por otra parte, los 4.000 kilómetros de carretera tampoco registraron problema alguno.
9) La otra Nueva Orleans
La Nueva Orleans del Treme o del Garden District. Del Uptown o de la Mid City. La de Faubourg-Marigny y Bywater. La que descubrías subiéndote a tranvías y autobuses locales. O andando ocho horas al día bajo 40 grados con humedad.
Sí, también las de los samatari. Cuánta razón tenías, André.
8) Raíces criollas
O españolas, para más señas... y para lo que más nos importa a nosotros. Desde el diseño de las calles hasta la plaza principal, de la mano de la baronesa de Pontalba y sus ovarios. Pero a Nueva Orleans le sobra historia por todos lados y reducirse a lo español es una catetada.
¿Hay material suficiente para una segunda parte de Una aventura pop?
La hay. Más que de sobra...
7) Las comidas
Pasar 15 días en Estados Unidos y comer una sola hamburguesa es insólito. O no lo es tanto cuando visitas Nueva Orleans o territorio cajún. Lo mejor, el pastel de caimán. Lo peor... No poder probar más cosas.
6) Hospitalidad
La gente de Nueva Orleans es amable. Mucho. La de Louisiana, en general (ya no puedo decir lo mismo de la sensación que me dejaron en Georgia o Alabama... no fue mala... pero tampoco buena). No obstante, en Louisiana los viandantes te van dando los buenos días por la calle o una señora se sienta en una parada de autobús con una caja de pasteles, empieza a hablar con un hombre a su lado y termina dándole un pastel.
En Nueva Orleans es complicado sentirse solo. Te puedes tomar una cerveza en la barra y empezar una conversación con el tipo de lado, acabar bebiendo cervezas y tequilas durante tres horas y ya tener amigos en Austin para cuando quieras ir. O puedes pasarte por el Blue Moon Saloon en Lafayette a las seis y media de la tarde, enterarte que el espectáculo no empieza hasta las nueve y media y no aburrirte, mientras hablas con unos y con otros y te haces amigo de Bobby, ese camarero con pinta de Kent al que le gustaba el ciclismo (y se quejaba de que en los USA no echan nada de ciclismo por la tele).
O puedes (y aquí explico la foto) ir la última mañana a ver amanecer sobre el Mississippi y, de pronto, que te vengan dos ingleses (qué manía con que el Barcelona es mejor) que llevaban toda la noche rondando a las chicas de ahí arriba (la de la derecha era puertorriqueña; la de la izquierda, de lo más profundo del Estado de Mississippi). El más despabilado de los ingleses (el otro iba borracho total y se dedicó a saltar entre las piedras, inconsciente él de que si caía al río ya no le encontraría nadie... bueno, era tan inconsciente que no sabía ni el nombre del río) se empeñó en hacernos una foto. Pues resulta que las dos chicas habían estado tres años en España haciendo cursos en Jaén. Hasta conocían el pueblecito donde nació mi padre, Jódar (la puertorriqueña también se había pasado un verano acampando por todo Cádiz).
Mundo sorprendente éste.
5) Dockery: o donde nació la música
A través de las carreteras secundarias de Mississippi se esconden las raíces de buena parte de nuestra cultura pop contemporánea. A la vera de un pequeño afluente del río madre se erigió en su día la Dockery Farm, el lugar con mayor consenso para ser considerado la cuna del blues.
Remontando el río está Memphis y el Sun Studio, desde el que se empezó a cimentar la leyenda del rock y donde U2 (esto es muy personal) grabó dos de las que seguramente son mis canciones preferidas del grupo (Love rescue me y Angel of Harlame, además de la muy contundente When Love comes to town junto a la leyenda BB King).
4) Al final, había hasta mar
Pese a que su presencia se deja notar en la humedad brutal, el mar está muy, muy lejos de Nueva Orleans (unos cien kilómetros). ¿Y para encontrarlo hay que perderse entre carreteras? ¿Dónde hay que firmar?
3) Frenchmen Street
Nueva Orleans es todo lo contrario a Bourbon Street. Para disfrutar de la música (la de verdad y la buena) tampoco hay que irse demasiado lejos del centro. Se puede ir hasta caminando. En el barrio de Faubourg-Marigny (se podría decir que es el Malasaña-Chueca de Madrid) tienes lo mejor (unos veinte garitos de alta calidad sin excepción en apenas 200 metros y cada uno con su directo).
2) Perezoso (y peligroso) Mississippi: principio y fin
El Mississippi. Poco más que decir: donde amanece, donde revives y donde (en su hermano pequeño, el bayou Saint John, atardece).
1) Treme (noche en)
El alma de la ciudad.