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viernes, 6 de septiembre de 2019

Cuatro retratos

En la Kansas City de Misuri (que es la grande) está el Museo Nacional de la I Guerra Mundial.


(Nota previa: el contenido del último retrato puede herir ciertas sensibilidades).

Ruta del 6 de septiembre: Hannibal (Misuri)-Kansas City-Salina (Kansas). Alrededor de 650 kilómetros

Hannibal, al final de la noche.


Retrato de un diner: Son las seis y tres minutos de la mañana y la noche se rompe en Hannibal, en la orilla occidental del Mississippi, la última ciudad de Misuri antes de entrar en la opulenta Illinois. Queda más de media hora para que el sol despunte, pero la oscuridad está sentenciada. A la hora en punto ya ha abierto sus puertas el Becky Thatcher's diner y, antes de que pasen 200 segundos, ya se han sentado a sus mesas casi dos decenas de clientes en sus cien metros cuadrados diáfanos. 

Hay una pareja en sus veinte pocos de turistas (pero turistas del mismo Misuri) y otra pareja de cuarentones con gorras y ropa de faena en los apartados a la derecha. A la izquierda, la barra sirve de margen a lo largo excepto por una mesa para seis personas, nada más entrar, que ocupa otra cuadrilla de trabajadores a la espera de que sea de día para empezar la jornada; sus gorras, sus pantalones con bolsillos, sus botas de seguridad, sus barbas de muchos días hablan por ellos. En el centro, como en una celebración medieval, diez tipos comparten mesa en un grupo que mezcla a los oriundos que dominan el local (obreros a punto de subirse a una elevadora hidráulica) con otra de ingenieros, contables o cualquier variedad de cuello blanco vestidos como solo visten los que normalmente llevan traje cuando quieren aparentar campechanía en un pueblo perdido de Misuri (quien dice Misuri...). O quizá sean los contratistas que han venido a comprobar la evolución de las obras de reparación del dique que la crecida del río se llevó por delante a finales de primavera.

Hay dos camareras, ambas rubias en la treintena y en camiseta roja. Una se llama Jessica y a la otra no le vi nombre. 

Hacia el final, entra un tipo cerca de los setenta o quizá en los cincuenta pero tan ajado que se da por viejo (empezando por él mismo). Va vestido con pantalón corto de camuflaje militar y chaquetón a juego. Lleva una gorra vieja de un taller (manchada de grasa, pues). Pide leche en lugar de café porque supongo que con la medicación que le dan a los veteranos el café es demasiado fuerte.

Y hay, al fondo del todo, justo delante del ventanal que se abre a la cocina y sentados mano a mano mirando a todo el establecimiento, dos hombres por encima de los sesenta. Uno lleva gorra amarillo chillón y sudadera de trabajo azul y el otro, polo salmón y pantalón de pinza. 



Son las seis y veinte de la mañana y toman café, charlan y observan a la gente que entra y sale. En sus cabezas lo repasan todo. 

Hasta cuando eran ellos los que paraban a tomar café y salían cuando al sol le daba por despuntar de una vez por todas. 



Porque el sol es perezoso cuando tiene que despegarse del Mississippi. 

Carretera hacia el oeste en Misuri, con el sol una hora ya arriba.

Retrato de un amanecer: Ya lo he dicho. Lento y perezoso como es el río. También hermoso en su salvaje imperturbabilidad.



Retrato triste de concierto: Salina es la última gran ciudad de Kansas según se llega a la mitad del Estado. Aún quedan más de 300 kilómetros hasta Colorado y, a partir de aquí, los municipios van a juego con la soledad del terreno. Salina se llama así pese a que el condado de la que es capital y el río que la explica se llaman Saline. Tiene casi 50.000 habitantes y un fuerte componente industrial que ha resistido a mil crisis. Aquí se instaló la primera fábrica de los vaqueros 'Lee'. Hoy, el principal empleador es Tony's Pizza, que no es el telepizza de las grandes llanuras, sino un elaborador de productos italianos (claro) congelados. Ocupa a más de 2.000 personas (nada menos). Hay otras cuatro empresas que dan entre 600 y 1.000 empleos cada una. Y solo hablo de las cinco grandes. 

Hay dinero en Salina, parece. 

Otra cosa es que se la gasten en sus comercios. 

En los extremos se acaba la estructura. No habrá escalera ni nada.
El Ayuntamiento sí tira de billetera (tendrá que gastarse lo que recauda por impuestos a la industria en algo) y tiene levantado todo el centro con ampliación del acerado que más quisiera para sí el paseo ese de las estrellas de Hollywood (que es una cosa ridícula y sórdida en la vida real). Hay alardes como esta estructura al principio de la calle principal. Reproduzco una conversación entre una anciana, su nuera y su hijo que paseaban a la nieta (para que no me acuse de inventarme nada).

ABUELA: ¿Y esto qué es? ¿Un puente?

HIJO: ¿Un puente? Si no va a ninguna parte ni hay forma de subir. 

NUERA: Antes había una cosa parecida. 

ABUELA: Pero eso no era un puente ni una pasarela. 

NUERA: No. No servía para nada. Supongo que en eso esto es lo mismo. No sirve para nada. 



Unos cien metros más abajo, viene la historia triste del día. Se llaman Candice and the Business Casual y se pusieron a tocar a pleno sol en mitad de la calle a las cinco de la tarde (40 graditos). Hasta las seis, estuvieron dando la tabarra los obreros, con gritos y máquinas que pitan cuando dan marcha atrás. Delante, el escaso público sumaba seis adultos y tres niños; cuando me paso una media hora más tarde, han perdido a un adulto (menos mal que no se ha perdido un niño a secas). Cantan clásicos modernos como el 'Long train runnin' de los Doobie Brothers, el 'Dream' de los Cranberries o el 'Brown eyed girl', de Morrison. No cantan mal ni ella ni él. 



Pero esto es lo que hay. El Ayuntamiento ha organizado un primer viernes de septiembre repleto de actividades musicales y culturales. 

Doy fe que las calles no están vacías porque la gente esté dentro de los bares. 



Retrato de una vaca: Esto debe de ser ilegal. 

Esto es parte de esto otro más grande.

A efectos de escala, el vaso de cerveza es de pinta.

No obstante, lo grande es lo primero, que son costillas supremas de ternera en el Jack Stack de Kansas City (ciudad famosa por sus barbacoas, en dura pugna por ser la mejor con Texas, Memphis o las Carolinas). Debe de ser ilegal que haya algo tan bueno. A su lado, las costillas de cerdo (izquierda) y las puntas quemadas de ternera (centro) parecían hamburguesas del Burger King si no fuera porque, de no haber conocido a las supremas, las de cerdo y las puntas me parecerían dignas de mi top ten de mejores carnes jamás comidas. Así que imaginad lo que ha sido la maravilla esta.  

Desde los indios hasta alguna religión o incluso el mismo Hemingway en su 'El viejo y el mar' han dado la tabarra siempre con que si somos dignos de los animales que nos comemos. Ignoro si yo soy digno, pero querida vaca de algún prado de las grandes llanuras, te prometo que te recordaré siempre. 

Siempre, siempre. 

miércoles, 27 de junio de 2018

La Ruta Pop definitiva



Todo llega. La Ruta Pop de cada verano y, por muy largo que sea el camino, el final de toda carretera. Este año, la Ruta Pop nace para ser definitiva en su doble acepción, la de terminar un ciclo y la de compilación de todo lo anterior y enhebrar los flecos pendientes.

Si el primer año fue el Medio Oeste...


El tercero, más Nueva Orleans y el Sur central (Texas y Nuevo México)...


Y el quinto, la costa noreste...

Este año toca todo lo demás.

Serán, como mínimo (que tiendo mucho a los desvíos), 18.000 kilómetros al volante en un mes mal contado (porque habrá paradas de varios días en diversos puntos) y que arrojan una media de 700 kilómetros diarios. Al final del periplo, y contando mis ocho visitas anteriores a Estados Unidos más lo que haga en este, habré pisado todos los llamados estados continentales agrupados (a excepción de Alaska). 

Arranco a partir del próximo lunes, 2 de julio, cuando recalaré en Chicago (el primer post seguramente lo subiré el 4, pero ya veré sobre la marcha) y de donde partiré en coche hacia el este (con lo que el mapa anterior debe verse en sentido inverso a las agujas del reloj) en la mañana del día 5. Regresaré a Chicago el 2 de agosto. 

Como siempre, habrá mucha cultura popular, homenaje a mis obsesiones, guiños cinéfilos, literarios, musicales y de todo tipo. Y comidas y cervezas y paisanos y paisajes y amaneceres y atardeceres y carreteras y ciudades y aldeas y curiosidades y datos y batallitas y batallazas y épicas y miserias y personas y animales e historias, mucha historia al otro lado de un último horizonte de verano.  

Por el camino, los itinerarios serán, a grandes rasgos, así:

De Chicago parto hacia el oeste y me adentro en Iowa antes de chocar con el Mississippi y virar hacia el norte hasta el mismo nacimiento del río madre. De allí, vuelvo al sur, hasta las grandes praderas y encaro el oeste: las Badlands, Deadwood y Little Bighorn (grandes clásicos de la ruta pop originaria). 

Desde Billings busco el Pacífico, a través del norte de Yellowstone, territorio Twin Peaks, Seattle, el final de la aventura de Lewis y Clark, la costa de los Goonies, la costa pacifica y San Francisco. 

Más hacia el Sur, hacia Joshua Tree, y de vuelta al este por el Gran Cañón del Colorado, Monument Valley, la Ruta 66 más inhóspita, las White Sands y la Texas ignota. 

Y de lo desconocido a la Dallas del magnicidio antes de dormir en París y recalar en el origen sentimental de todo: la Oxford de Faulkner. De allí, retomo el Mississippi, pero hacia su fin, hacia Nueva Orleans y ya pongo proa al Atlántico, hacia la San Agustín fundada por españoles (la ciudad más antigua de Estados Unidos) y girar al norte, hasta Charleston.

El tramo final: parando en Washignton y recalando en la Maine querida (como si no tuviera ya tralla a estas alturas me voy hasta el norte profundo) antes de emprender el regreso a Chicago a través de Vermont, Pensilvania, el cinturón industrial, Detroit y...  

En unos pocos días, os cuento las normas que me impondré en esta Ruta y con las que pretendo agilizar los post y unificarlos.

Nos vemos en la carretera. 

lunes, 9 de octubre de 2017

Room 36

Ni Americanity me acomñaba a las habitaciones. Él se quedaba en el coche. En la imagen, en Hannibal, Misuri (septiembre de 2013).


Con más de 20.000 kilómetros de carretera en las cinco rutas pop entre 2013 y 2017, en algún momento tenía que dormir, ¿no?

Seguramente, siempre forme parte de una de las tres preguntas más recurrentes (junto a la comida, en efecto) que me hacen sobre mis rutas: ¿y los hoteles? 

Los hoteles, o los moteles en su mayor parte, pues... un poco de todo. Al ir a lo barato, mucha cadena, algunas de ellas en el límite de la cochambre y otras muy dignas; algún exotismo loco, otros con ínfulas de señorial (sobre todo, en el centro urbano de las ciudades más grandes) y mucho polvo acumulado que clama por una renovación; moquetas omnipresentes, colchas floridas, cuadros anodinos; conserjes con nacionalidades múltiples como para formar una ONU o lugareños inquietantes o simpáticos; microondas, tabla de planchar y plancha en prácticamente todos (aquí en España solo puedes aspirar a ello en los de cuatro o cinco estrellas y reclamándola en conserjería... aunque por lo general te dicen que tienen servicio de lavandería a precios de cena michelín); televisores de los ochenta, noventa, de este milenio: cadenas de cable en todos ellos (aunque creo que he encendido la tele cuatro o cinco veces en los casi 60 días que he pasado allí), solo una vez o dos vecinos ruidosos, aparcamientos desolados cuando me retiro a dormir y casi completos por la mañana, al marcharme a menudo incluso antes de partir (¿a qué hora llegan?) y una duda que me sigue rondando y a la que no encuentro explicación: ¿por qué todos sin excepción tienen máquina de hielos -da igual si hace calor o no- y, sobre todo, por qué le dan tanta importancia?

¿Bichos? 

No he visto ninguno (he sentido mosquitos, eso sí, sobre todo en Louisiana y Texas en julio)... aunque me esfuerzo no ser demasiado observador en los lugares más propensos. 

Por ahora, no me ha correteado ninguno por un brazo o por la cabeza en mitad de la noche. 

Solo, deprimido, agobiado... Biblia en Cadiz, Ohio (septiembre de 2017).

Biblias sí que hay. Porque los hoteles/moteles tienden a ser lugares cruelmente inhóspitos para solitarios. 

Y una sensación recurrente (esta es personal). En Estados Unidos o en España, en Arkansas o en Pennsilvania, en Galicia o en Jaén, siempre me asalta el final de la canción 'Hotel California' cuando llego o salgo un hotel. Esa frase lapidaria de "you can check out anytime you like, but you can never leave".

Mi plaza de aparcamiento, al marcharme del Bucksport Inn, de Maine, en septiembre de 2016.

Algo así me pasa con los hoteles de la ruta. Guardo recuerdos nítidos del 90 y largo por ciento de ellos (es imposible de todos por la impersonalidad de muchos). 

Será que nunca me he terminado de marchar. 

Me dejo ya de habladurías, que hay que registrarse ya (disculpen que, a veces, la habitación aparezca desordenada... a menudo me acordaba de hacer la foto por la mañana, antes de partir... y otras veces no hay imagen que dé testimonio de la habitación, pero creo que en esos casos -apenas tres- eran cadenas sin mucha distinción de otras tantas).

Estos son los 36 alojamientos donde me he hospedado (he repetido en dos ocasiones y en algunos he dormido más de una noche):


-Journey Inn Marion. Marion, Arkansas. 1 de septiembre de 2013




El primer motel de todas mis rutas ha sido el peor de toda la lista. Terrorífico, sucio, viejo, la puerta del baño ni encajaba, el polvo era gas mostaza (como las paredes agrietadas), el agua salía marrón de todos los grifos, el espejo del lavabo era opaco y cruzado por una cicatriz negra en diagonal... como para pensarse la cordura de las rutas solitarias. Pero la ilusión pudo con todo en ese momento (el coche, además, me dio problemas también en aquel arranque: me saltó un aviso de falta de aceite... y tenía 7.000 kilómetros por delante, así que tuve que volver a Memphis, 50 kilómetros atrás, a cambiarlo). Y tras aquella ruta (difícilmente habrá una que mejore a la primera) he seguido rodando cuatro veranos más...  

-Hannibal Inn. Hannibal, Misuri. 2 de septiembre de 2013



Otra pregunta recurrente: ¿cómo los reservo? Pues recomiendo Booking.com por encima de todas las cosas. En esta primera ruta reservé dos alojamientos con hoteles.com (este de Hannibal y el de Oxford) y en ambos tuve problemas (no tenían la reserva registrada). Gente que trabaja en el sector hotelero me hace una comparación muy gráfica con esto de las páginas que recopilan precios y ofertas: hoteles.com (y otras webs con mucho nombre y anuncio) son como las aerolíneas de bajo coste y Booking, por ejemplo, como una aerolínea tradicional. En el mundo de las reservas hoteleras en los USA eso ha supuesto que me han dado no pocas veces mejores habitaciones solo por reservar por este medio. 

Fin de la publicidad. 

-Red Roof Inn Sioux Falls. Siuox Falls, Dakota del Sur. 3 de septiembre de 2013




-Palace Express. Lead, Dakota del Sur. 4 de septiembre de 2013.



Este, también en la cola de los peores, ya ni existe. 


-Trails End Motel Sheridan. Sheridan, Wyoming. 5 de septiembre de 2013



Aquí desayuné rodeado del Primero de Caballería de Texas (el heredero actual del famoso Séptimo de Caballería), con el que luego me topé en el inolvidable Little Big Horn (donde aniquilaron al Séptimo). 


-1st Interstate Inn. Alliance, Nebraska. 6 de septiembre de 2013




-Diamond Motel. Abilene, Kansas. 7 de septiembre de 2013.



-Holiday Lodge. Pittsburh, Kansas. 8 de septiembre de 2013



-Confort Inn Oxford. Oxford, Mississippi. 9 de septiembre-12 de septiembre de 2013



En la tierra de Faulkner, pasé tres noches y dormí, por primera vez, en una habitación cuya superficie casi duplica la de mi casa. Doble cama doble, en un exceso de espacio que luego también he experimentado en otros rincones. Por el formato de la ruta iniciática, a través de las grandes praderas del Medio Oeste, tan lejos de grandes núcleos urbanos, ha sido el más barato de todos en cuanto a alojamiento. La media, 50 euros la noche, con algún sitio de 30 euros apenas (también fue el año, aquel 2013, en el que más favorable estaba el cambio para los que tenemos euros, algo así como un 20% de descuento en la prática: 10 dólares suponían ocho euros, vamos).



Pelham Hotel. New Orleans, Lousiana. 14 de julio-19 de julio de 2014





Una renovación no le vendría nada mal, todo sea dicho. Es uno de esos ejemplos de hotel anquilosado en décadas pasadas. Sin embargo, ostenta varias ventajas: es de los más baratos del centro y está en un lugar perfecto: al borde del French Quarter (en la parte de negocios, es decir, menos deprimida como otros flancos fronterizos al centro como Treme) pero sin estar en el meollo alcohólico y caótico. Además, y aunque no pertenece al hotel, en su planta baja está el Ruby Slipper, uno de los garitos para desayunar más famosos, buenos y accesibles de una ciudad famosa por su comida. 


-America Best Value Inn Greenville. Greenville, Mississippi. 19 de julio de 2014



-Super 8 Tupelo. Tupelo, Mississippi. 20 de julio de 2014



-Motel Inn Dahlonega. Dahlonega, Georgia. 21 de julio de 2014



Uno de los casos en los que no hay foto del interior. Sí hice una desde su aparcamiento el cielo anodino de este rincón perdido del norte de Georgia. 


-Quality Inn Downtown Historic District. Mobile, Alabama. 22 de julio de 2014




-Wyndham Garden Lafayette. Lafayette, Louisiana. 23 de julio de 2014



-Super 8. New Iberia. New Iberia, Lousiana. 24 de julio de 2014



Otro de los que no hay testimonio interior. Sí del exterior. Quizá es que me podían las ganas de salir de habitaciones impersonales y fotografiaba el aire en cambio (al ser un Super 8, podría servir una foto de cualquier otro Super 8: colchas en gris y verde, cuadros gigantescos en blanco y negro, conserjes paquistaníes, un Mcdonalds o Wendy o KFC al lado...). 


-Le Richelieu in the Quarter. New Orleans, Louisiana. 25 de julio-28 de julio de 2014





Cervezas en terrazas o a la puerta. Una costumbre que comencé en la terrazita de un metro cuadrado que me dieron (cortesía de lo que decía antes de Booking, porque no había reservado habitación con terrazita, que eran mucho más caras).






-Pelham Hotel. New Orleans, Lousiana. 6 de julio-11 de julio de 2015







Algo tendrá si repetí, ¿no? Fue una habitación más pequeña (individual) y, para reticentes, os dejo imágenes del desayuno del Ruby Slipper.


-Blue Moon Saloon and Guesthouse. Lafayette, Louisiana. 11 de julio de 2015






Aquí me empeñé en dormir después de conocer su versión saloon el año anterior. Porque su encanto es que es un garito donde hay música en directo y lugareños apasionados (poco turista en este rincón perdido del Estado). Como casi siempre ocurre, lo pasé mejor el primer año que en la repetición (además, se sumaron otros problemas logísticos con el coche). Había que reservar directamente con ellos (no están en ninguna web de hoteles).

Ah, la cabacera de la cama daba al escenario, con lo que había que esperar a que acabase el show para dormir.  

-Luling Inn. Luling, Texas. 12 de julio de 2015





-Sanderson Motel. Sanderson, Texas. 13 de julio de 2015





Como una hora estuve esperando que apareciera alguien por recepción. Fuera de esa sombra donde se aprecia mi coche harían unos 50 grados fácil. Sanderson es un pueblecito del sur de Texas en el que es sencillo imaginar cómo era el Salvaje Oeste. Porque por allí solo corría el polvo y, de vez en cuando, una patrullera de los policías de frontera (la carretera corre en paralelo apenas 15 kilómetros al norte del Río Grande, que es lo que separa a México de USA).

Por lo tanto, los motivos africanos de la habitación se hacen especialmente incomprensibles. 


-Fort Davis Drug Store and Hotel. Fort Davis, Texas. 14 de julio de 2015





Aquí, sin embargo, los motivos ornamentales son vaqueros, imitación de piel de vaca incluidos en las cenefas. Además, se desayunaba bien allí.


-Classic Inn Motel. Alamogordo, New Mexico. 15 de julio de 2015






Estaba tan emocionado, al anochecer y al amanecer con las White Sands aledañas que ni desde el aparcamiento hice foto. Era un motel de cadena, nada especial, por otra parte (aunque sí le recuerdo un conserje especialmente antipático). Dejo, a cambio, foto del diner donde me tomé una hamburguesa con dos tipos de jalapeños distintos bastante bastante buena. Y unas alitas picantes que, con lo primero, me tuvieron bebiendo agua hasta cuatro meses después. 


-Sandia Peak Inn. Albuquerque, New Mexico. 16 de julio-18 de julio de 2015




-America Best Value Inn. Garden City, Kansas. 18 de julio de 2015




-Motel 6. Paris, Texas. 19 de julio de 2015




Al igual que evito mirar las esquinas para no descubrir bichos, mi relación con otros huéspedes la mantengo a los mínimos de la educación, es decir, saludos y poco más. De este lugar recuerdo que había un movimiento muy extraño en su aparcamiento entre varios coches por parte de unos tipos no menos extraños. 


-Andrew Jackson Hotel French Quarter. New Orleans, Lousiana. 20 de julio-23 de julio de 2015 






Otro ejemplo de mejora no solicitada de la habitación reservada. El mejor ejemplo, puesto que me dieron la que es seguramente habitación estrella del local: con balcón enorme (todo el ancho de la habitación) a la la calle, que, como el nombre del hotel dice, se encuentra en el French Quarter (el centro histórico de New Orleans). Además, te traían a la habitación un pequeño desayuno (incluido en el precio) consistente en una jarra de café y un cruasán recién horneado. Lo único malo es que en New Orleans, a finales de julio, el calor que hace incluso al amanecer es inhumano... pero eso es casi quejarse por vicio porque esta habitación con estas prestaciones cuesta como el triple de lo que pagué...  

Además, el hotel es famoso porque dicen que el fantasma de Andrew Jackson (el primer presidente del sur profundo, ese al que comparan a Trump) deambula por sus habitaciones. Yo dormí, desayuné y estuve estupendamente. 






-Boston Omni Parker House Hotel. Boston, Massachusetts. 4 de septiembre-6 de septiembre de 2016






El hotel más caro donde me he hospedado. A la fuerza, porque los precios medios de Boston son prohibitivos y, por una oferta que logré, pude quedarme al precio habitual en un local como éste, el hotel más antiguo de los USA (sin que haya cerrado nunca desde su fundación en 1855) y un clásico donde también habitan fantasmas e imágenes históricas, toda vez que aquí se hospedaba Kennedy (en su restaurante dicen que pidió matrimonio a Jackie) o era un asiduo Mark Twain. También inventaron la Boston Cream Pie, a la que no dejé escapar en ninguno de los dos desayunos. 


-Provincetown Inn. Provincetown, Massachusetts. 6 de septiembre de 2016







En el extremo de la península de Cape Cod (lugar de veraneo de ricachones de la costa este), fuera de temporada... ¿soy yo o esos pasillos que conducían a la zona de habitaciones desde la entrada no tienen cierto aire al Resplandor? (tantos años después, me pregunto las piernas que tenía Danny... porque ir a eso velocidad en la bicicleta sobre moquetas no debía ser fácil). 


-Bucksport Motor Inn. Bucksport, Maine. 7 de septiembre-12 de septiembre de 2016






Mi rinconcito en Maine. Un motel familiar (alejado de la impersonalidad de las cadenas), donde te dejan tranquilo y haces vida (duermes o lo que sea) tranquilo. Cerveza a la puerta mientras leo (a Stephen King, por supuesto), caminatas por el paseo fluvial junto al centro urbano a unos diez minutos del motel andando, supermercado donde venden manzanas, tomates o arándanos de Maine justo enfrente... 






-Alexander Inn. Philadelphia, Pensilvania. 7 de septiembre-9 de septiembre de 2017





Al igual que el Pelham con New Orleans, la mejor opción precio-ubicación del centro de Philadelphia. Con la diferencia de que este sí lo han renovado hace menos tiempo.


-Blue Sky Motel. Gettysburg, Pensilvania. 9 de septiembre de 2017



Como regalo de cumpleaños de 2017 me encontré con el segundo peor hotel/motel de toda la ruta. El agua salía transparente, al menos. 


-Super 8 Suffolk Tidewater. Suffolk, Virginia. 10 de septiembre de 2017


Nada especial, si bien los Super 8 tienen la virtud de parecer en imagen mucho mejor de lo que son en realidad. Aun así, había un ambiente muy extraño esa noche en esta esquina de Virginia. Cené una ensalada de Mcdonalds mientras veía las noticias del huracán que había anegado Florida (sería esa vibración la que había en el ambiente, pese a estar cientos de kilómetros al norte). 


-Days Inn Morristown. Morristown, Tennessee. 11 de septiembre de 2017




Las vibraciones se convirtieron en cola muy residual del huracán en este remoto punto de Tennessee (a unos 1.300 kilómetros de Naples, la localidad más afectada por 'Irma'), con lluvias racheadas y un viento de unos 60 kilómetros por hora... algo que no impresiona a un gaditano, pero está claro que la atmósfera estaba viciada. 

-Days Inn Cadiz. Cadiz, Ohio. 12 de septiembre de 2017



-Fairbridge Inn Express. Milford, Pensilvania. 13 de septiembre de 2017




-Bucksport Motor Inn. Bucksport, Maine. 14 de septiembre-18 de septiembre de 2017




De regreso a casa, esta vez a una habitación más acogedora por su tamaño, con una cama en lugar de dos y una extensión razonable para una sola persona. Además, estaba a la vuelta del establecimiento principal, con lo que la alejaba del ajetreo de tráfico de la carretera. Perfecta. 

-Inn at Saint John . Portland, Maine. 18 de septiembre de 2017



Fin de trayecto... por ahora. Misma recomendación que con el Pelham de New Orleans o el Alexander de Philadelphia para una ciudad pequeña como el Portland de Maine que, al ser la capital oficiosa del Estado (sobre todo, en su aspecto turístico) es particularmente cara. No hay ascensor y las escaleras son empinadas y endiabladas... tampoco tienen baño particular todas las habitaciones (ojo con eso al reservar).