martes, 9 de septiembre de 2025

Señales en Alaska


Literal. En plan que hablo fetén, bro (meto el fetén porque quiero y soy un viejuno). Voy a hablar de señales en Alaska. 

Las señales como tal, las que aparecen al borde de la carretera o donde sea necesario. Parecerá una tontería, pero por sus señales conocerás una sociedad. Por desgracia, no tengo fotos de todas las que querría porque es peligroso andar sacando el móvil así como así mientras se conduce y a menudo veía la señal y ya había pasado cuando la asimilaba.

Y si todo esto de las señales os importa poco o nada, en algún momento del post (si digo que al final vais directos) os cuento mi encuentro con un oso (o algo parecido). 

Empecemos por el final. De las carreteras. De las asfaltadas, al menos. Más de 100 kilómetros al norte de Fairbanks, cuando aún quedan casi 700 kilómetros hasta el mar, empieza la Dalton Highway, un sendero de cabras que las petroleras más famosas del mundo (o de USA en los 70... q entonces aún eran las más poderosas) construyeron para hacerle compañía a la inmensa tubería de más de 1.000 kilómetros construida en apenas tres años, atravesando montañas, tundra, medio millar de ríos o arroyos, a cambio de 7.000 millones de dólares de entonces. Hasta ese momento, la obra privada más cara de la historia. 

Merecía la pena, por supuesto. Al norte del norte de Alaska encontraron un yacimiento de petróleo del tamaño de un emirato y había q llevar el crudo a un lugar decente. Por decente, el puerto más al norte que no se helara cada dos por tres era Valdez, al sur de Alaska. Por lo que todo era tan sencillo como llevar el petróleo hasta ahí (los veteranos como yo quizá asocien lo de Valdez con cierto desastre ecológico sufrido allí). 

Y bueno, tanto se gastaron en la pipeline que no había dinero para una carretera en condiciones (mi paso por Utqiagvik me ha enseñado que en la tundra no se puede asfaltar, así que presumo que no se trata de ahorro) y durante 666 kilómetros (no es broma, es la marca del demonio) la Dalton Highway es una trocha de barro y la única manera de llegar al Ártico por coche. 



Yo ya conozco el Ártico, con lo que mi locura ha llegado justo al borde de la Dalton, donde el asfalto se confunde con gravilla; entonces, tierra; entonces la nada... o la trampa para esas caravanas conducidas por orientales que son incapaces de ir a más de 60 por hora en zona de 90 pero se meten alegremente donde se te va a pinchar la rueda en diez minutos. 

¿Tú sabes cambiar una rueda?

¿Llevas rueda de repuesto?

¿Sabes hacer todo eso en una autocaravana?

Yo no. Quizá estoy siendo injusto, pero le vi la cara al de la caravana en un mirador de antes. 
Con lo que empiezo a hablar de carteles. 

Ojalá tuviera de otros muchos. Como el obvio de por aquí de precaución por cruce de alces (lo que son los ciervos por España). Pero no son tan obvios los que cuentan los alces muertos. Según otro cartel, 19 han muerto desde el 1 de julio en la carretera. 

Si tomas sirope no conduzcas (chiste malo). 

Sin embargo, es que se ven coas raras: atención motos de nieve, atención quitanieves, atención un cacharro entre tractor, quitanieves y máquina de conquista extraterrestre (las ruedas eran dentadas). También hay de atención que vienen trineos de perros.

He visto tantas señales de atención vacas como vacas. 

Ninguna.  

Vayamos a lo registrado. Para empezar, unos pocos de ese particular fin del mundo si el mundo se acaba donde no puedes meter un Toyota Yaris (que no hay aquí, pero no sé si el pobre aguantaría mucho aquí).

Veis que, será el fin del mundo, pero la práctica de rifle al cartel no se pierde (que no se pierdan las costumbres): 




Y al fin descansaron. Los dos. Acribillados: 



Las pistolas se las puedes dejar al camarero. Los niños, mejor te los llevas a casa: 



Llámame buena chica y llévame a la librería si es que se digna a abrir en algún momento: 




Importante empezar a leer desde abajo. Para que lo más importante, lo primero, sea lo más importante. 



Momento Mr Wonderfull: 



Momento reivindicativo (en el punto más al norte del continente... donde hay nueve casas vacías por cada diez ocupadas). 


Lo habéis desperado de la siesta. Ateneros a las consecuencias: 


No es un mensaje Mr. Wonderful. Es de sentido común: en la vía del tren espera siempre un tren (oda al pesimismo):


No entres. Para qué. No hay gasolineras ni un puto café. El nombre llama a engaño (o los que ponen los nombres son unos cachondos). Vete. Pasa de largo.



Este no sé qué significa. Está el dead end (final de muerto) y el end... que es peor porque está al final de todo. 

Cuántos griegos hubieran debatido sobre esto durante tantos siglos.  

Que lo sepáis (hay que ampliar un poco la foto y mirar la señal del fondo): 



Pero hoy me quedo con un figura sin cartel pero que merece liderar el Primavera Sound y, al menos 134 de los 200 festivales que se celebran en verano en España. Voy conduciendo por una de esa calles surreales de por aquí, de tres carriles en un pueblo del tamaño de la mitad de Soria, orillada de centros comerciales cutres (de los que no pasaron de los noventa en nuestros arrabales), cadenas de multinacionales y salones de belleza. Lo miro y no me lo creo. Pero se me ha pasado, claro... que no es plan de sacar el móvil, frenar y ganarte una multa o un golpetazo. 

Pero relax: mantengo la calma, miro por el retrovisor y veo que ahí sigue surcando el tráfico. Tengo que pillarlo. Freno, me meto en una calle residencial. Espero como un kilómetro más adelante, me parapeto como el que va a pillar al lince blanco polar y...




Es maravilloso. 

Juro que iba rasgueando y cantando. 

Ojalá saber la canción.

O no. No todo tiene que estar señalizado. 

Que tengáis un buen día. 








 




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