lunes, 6 de julio de 2015

Día 1: Empezar a empezar de nuevo


Hoy sí. Hoy rompo años de tradición mentirosa: hoy seré breve. Como un aperitivo, vamos; o un prólogo de compromiso. Pero algo sencillo y rápido. 

Salud:



De vuelta a Nueva Orleans es como si no hubiera pasado un año (aunque vaya año más largo que se ha hecho). Lo digo con esa misma sensación de familiaridad de la que nos jactamos en Madrid los de provincia cuando vamos por segunda vez, en primero de carrera, a abrocharnos un bocadillo de calamares. Madrid ya es nuestro a la segunda. 

Nueva Orleans lo es a la primera.

Porque hay cosas que nunca cambian: como los taxistas extremos. Si en 2014 fue André (con esa pinta de haitiano que se va a cortar pescuezos de gallos cuando aparque el taxi) y su inglés imposible, hoy me ha tocado una hindú, paquistaní o vete a saber... con un inglés no menos imposible (donde Crown Plaza decía Crown 'Playa'). Joven, sin licencia a la vista y que conducía encaramada al volante como a un elefante derrapando en un barranco. A la cuarta manera que le he intentado explicar la dirección (se la he escrito, no era solo choque de acentos), una tan sencilla como sería Serrano con Ayala en Madrid, me ha confesado que sabe "un poquito español". Que su prima sí que sabe (en fin). Y se calla. Y al rato empieza: uno, dos, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez... Un poquito, un poquito, insistía. Y se calla. Y salta: trece... ¿era quince?... Si, sí, quince.

Pero anda que no ha dado vueltas a la manzana del hotel equivocándose en todas las direcciones (menos mal que la tarifa es plana desde el aeropuerto). 

Y ya estoy aquí, y ya me he ido a cenar al Mother's (ya que me sentía en casa, adonde la mama)... un sitio en el que siempre hay cola... aunque sea el equivalente a la medianoche en Madrid: colas para comer sus poboys, su jambalaya, su no pollo frito (se les había acabado)... Y un poboy, que es como le llaman aquí a los bocatas, me he tomado. El Ferdi Especial de la casa, relleno de jamón asado, carne mechada (o como la llamen aquí), carne deshilachada, col, pepinillo y mostaza... todo, bañado en un lago de salsa de carne. Tal que así:



El sitio luce de esta guisa y se confirma que es una institución (no sólo porque el gocho de Crónicas Carnívoras lo eligió como uno de los tres sitios de su programa dedicado a Nueva Orleans) porque estaba repleto de gente local (con algún turista, claro).



Después, y bajo ese calor aplastante de esta tierra (cuando el avión aterrizaba parecía que se metía en un vaso de leche, de la condensación de humedad que había en la atmósfera), me he tomado otra cerveza más. 

Salud (bis):



Y nada, que hay veces que empiezo a empezar de nuevo... ("There are times I begin to begin again", que le cantan a la ciudad los Foo Fighters en ese disco en el que dedican -y grabaron- una canción a cada una de las ocho ciudades musicales de los USA... y que en este caso es algo regulera, la verdad).



He sido cortito. 

Mañana no lo seré.

Que hablaré de mi (próximo) libro. 

1 comentario:

  1. ¡Bravo! Esa cerveza y ese poboy se saborean desde aquí gracias a tu hábil descripción. ¡Salud y buenos alimentos!

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