lunes, 4 de diciembre de 2017

Lo mejor es enemigo de lo bueno

El pueblo de Kittaning, en Pennsilvania, igual te sirve de cabecera para Justified que de escenario para Mindhunter.

Arranca la temporada de listas de lo mejor del año y este blog se lanza a su particular repaso seriéfilo de 2017. Al igual que el año pasado no es un post al uso, con enumeraciones ni gradaciones. Es lo que se me viene a la cabeza y todos sabemos que aquello que recordamos con mayor presencia es lo que más nos gustó o nos enfadó.
El hilo conductor lo explica el título de la entrada. Suena a mensaje optimista en una taza con letras de colores o a primera frase de una paparrucha de Paulo Coelho. En realidad, recupera una de las frases preferidas de un jefe al que tuve hace tiempo. Era su forma de apurar a los tardones que no terminaban sus reportajes a tiempo en su afán de perfeccionar el párrafo o el titular. A menudo, cuando te empeñas en la excelencia te despeñas, es lo que venía a advertir la frase. Y yo añado que no está mal ser ambicioso (esa otra máxima de que a cuanto más aspires más conseguirás), pero si somos una raza de melancólicos es porque nos empeñamos en perseguir sueños imposibles (“el esfuerzo inútil conduce a la melancolía”, que dijo Ortega y Gasset).
A lo que iba: este 2017 ha sido un año en el que muchas series se han pasado de frenada pretenciosa o artificiosa mientras que las mejores (siempre en mi opinión… que para eso es mi blog) fueron las que aceptaron sus límites.
Vamos a empezar con los palos, que siempre son más jugosos:
-Premio al ‘Esta es mi serie, somos un fenómeno de masas y hago lo que quiero con mis guiones que para eso yo lo valgo’. Dicho con la cabeza alta, efluvios condescendientes y los ojos saltones del fanático. Mi primer palo del día es para ‘Juego de Tronos’. Admito hasta cierto punto que una serie de fantasía no tiene por qué acatar las normas narrativas del primer día de un taller literario. Y que quizá deba hacer caso a Alberto N. García cuando dice que es una serie para disfrutarla y no pensar en más lógicas internas. Sin embargo, creo que está en un territorio peligroso donde todo lo que se dedicó a la construcción de personajes se está traicionando por un puñado de efectismos.
Recochineo.
-Premio al ‘Esta es mi serie, somos un fenómeno de masas y ya no sé ni lo que hago con mis guiones’ para ‘The Walking Dead’. Que su hermana californiana, la Fear, la haya superado en interés ya lo dice todo. Estoy a punto de dejarla. Walking, digo. A esta serie solo la salva un apocalipsis zombi. Porque ya no es una serie de zombis. Salen bichos como salen osos en películas de montañismo. Lo demás es aburrimiento. Y lo demás ya son 43 de sus 44 minutos por episodio (o mucho, peor, 91 de sus episodios alargados innecesariamente a 92 minutos).
-Premio a ‘Esta es mi serie, somos un fenómeno de masas y el mundo es mejor desde que hicimos esta serie y denunciamos todas las miserias del mundo’. Perdón: debería decir “todos los miserios del mundo”. Porque hablo de ‘The Handmaid Tale’.    
Y no sigo con otras barbaridades, pérdidas de tiempo diversas y alucinaciones. Vayamos a lo positivo que, como ya he dicho, este año se caracterizan por su capacidad de admitir los límites.

-Premio a la Mejor para ‘Halt and catch fire’. Así de absoluto. La mejor serie del año en su temporada final. Con el repelús que me dan los informáticos (otros que van con la barbilla de la condescendencia a la altura de los plafones de luz), con lo poco que me interesa un código de programación, con lo que me costó ver su primera temporada (de hecho, dejé la serie y la retomé en su segunda cuando leí que había cambiado para mucho mejor)... No obstante, esta serie dedica a la informática casi tan poco The Walking a los zombis y por eso es grande, porque la informática es la excusa para hablar de todo, de eso que llamamos vida y de cómo nos esforzamos para ser felices aunque destruyamos todo lo que nos rodea (incluyendo a los que queremos); de la redención a través de la amistad, las trampas del amor y ese enemigo número uno del ser humano que se llama frustración.
Además, desde ‘A dos metros bajo tierra’ nadie había tratado una muerte en pantalla con tanto impacto; y, a diferencia de aquella, donde se pecaba a conciencia de cierta pornografía sentimental, en Halt lo hicieron con una elegancia sublime.

-Premio a la Honestidad Brutal Incluso en el Siempre Resbaladizo Momento del Adiós. Ex aequeo para ‘The Leftovers’ y ‘Rectify’. Otro adiós a la altura de las expectativas de la coherencia y la humildad. Y mira que ambas comenzaron con un ejercicio de pretenciosidad que a veces rechinaba demasiado (me refiero a sus primeras temporadas no al inicio de los capítulos de 2017). Precisamente, ambas se convirtieron en grandes series cuando acataron que no habían venido a cambiar el mundo sino que tenían una historia de sentimientos y amor que contar. Y vaya historias de sentimientos y amor verdaderos nos han dejado (estas dos sí pasarían el test de ‘La Princesa Prometida’ y su amor verdadero).
-Premio a la sorpresa entre bambalinas. Para ‘Sneaky Pete’. Aquí hablé ya mucho de ella. Terminado el año, es mi nueva serie fuera de radar preferida.  
El bate bueno lo tiene Steve.
-Premio a contracorriente. Para la segunda temporada de Stranger Things. Porque cumple la máxima de esta ceremonia, de aceptar sus limitaciones. No es tan genial como la primera, eso está claro. Y habría que preguntarse si eso era posible una vez pasado el efecto novedad que supuso su irrupción en 2016. Aun así, es una digna sucesora, consciente de ser una continuación (y más que eso: en el tono, en las referencias directas a segundas partes famosas –Aliens, El Impero Contraataca, el Templo Maldito, Gremlins- hay una simetría que sí me parece magnífica); con sus fallos y flaquezas (también los hubo en la primera, aunque en la distancia se nublen) y con sus logros propios. Si esto fuera un listado al uso de las diez mejores series del año, estaría sin duda entre las elegidas.
-Premio Más Conocido como Pedrea por Asuntos Secundarios (o el 2018 las hará mejores):
            -'Legion'. Ambiciosa como pocas, rebuscada como ninguna. Pasada de rosca en su despliegue técnico y narrativo. Farragosa y, llegados a un punto, cansina por puro agotamiento de tanto que exige. Así y todo, deja un puñado de momentos estelares y hallazgos visuales.

            -'The Deuce'. Es David Simon y estaría en cualquiera de mis listas aunque solo hiciera el anuncio del Gordo de la Navidad. Al ser David Simon, seguramente el verdadero calado de la temporada inicial no se entenderá hasta dentro de seis años (o cuando acabe la serie, vamos). De todos modos, ya hay material para ocupar los podios de 2017. Nadie como él es capaz de que te caigan bien puteros desalmados y policías corruptos; nadie como él rebusca en los estercoleros del capitalismo y nos regala argollas de latas de refresco con el fulgor de un diamante de Tiffany’s; nadie hace política ni da lecciones de moralidad como él sin caer en el maniqueísmo.
            -El tercer episodio de la tercera de 'Fargo'. Y quizá los dos episodios finales. El resto es un resbalón en una carrera que, quizá, era imposible de recorrer. Eso, o es que el señor Hawley no puede hacer dos cosas geniales en un solo año (normal, por otra parte).

            -La trama del Framework de ‘Agents of SHIELD’. Al final, la serie de Marvel crece cuando casi nadie le hace caso. Mientras que Netflix anda poniéndose estupenda con los superhéroes y metiéndonos con calzador imposturas de falsa profundidad, los de Coulson han encontrado en su carácter desenfadado lo mejor de sí mismos. Homenaje gozoso de la era dorada de los cómics de superhéroes, antes de que la trascendencia los volviera demasiado serios. Y aun así, cuentan cosas interesantes y lo cuentan muy bien. La quinta temporada acaba de empezar a todo trapo, si bien el último tramo de la cuarta es por lo que entra en esta lista. Una gran serie que entretiene y divierte, el primer deber de un superhéroe.
            -‘The Expanse’. La heredera de ‘Gallactica’. Nada más que decir.

            -‘Mindhunter’: Porque otra serie de asesinos en serie es posible y lo es con más psicología y menos casquería.        

Con la tontería, he destacado en lo positivo, precisamente, a diez series (y tres capítulos de Fargo). Asi que, al final, esta lista no es tan distinta como yo creía aunque para desbaratar la simetría añado dos comedias (apenas veo, eso sí) que merecen una oportunidad: 'The Good Place' y 'Future Man'.  

lunes, 9 de octubre de 2017

Room 36

Ni Americanity me acomñaba a las habitaciones. Él se quedaba en el coche. En la imagen, en Hannibal, Misuri (septiembre de 2013).


Con más de 20.000 kilómetros de carretera en las cinco rutas pop entre 2013 y 2017, en algún momento tenía que dormir, ¿no?

Seguramente, siempre forme parte de una de las tres preguntas más recurrentes (junto a la comida, en efecto) que me hacen sobre mis rutas: ¿y los hoteles? 

Los hoteles, o los moteles en su mayor parte, pues... un poco de todo. Al ir a lo barato, mucha cadena, algunas de ellas en el límite de la cochambre y otras muy dignas; algún exotismo loco, otros con ínfulas de señorial (sobre todo, en el centro urbano de las ciudades más grandes) y mucho polvo acumulado que clama por una renovación; moquetas omnipresentes, colchas floridas, cuadros anodinos; conserjes con nacionalidades múltiples como para formar una ONU o lugareños inquietantes o simpáticos; microondas, tabla de planchar y plancha en prácticamente todos (aquí en España solo puedes aspirar a ello en los de cuatro o cinco estrellas y reclamándola en conserjería... aunque por lo general te dicen que tienen servicio de lavandería a precios de cena michelín); televisores de los ochenta, noventa, de este milenio: cadenas de cable en todos ellos (aunque creo que he encendido la tele cuatro o cinco veces en los casi 60 días que he pasado allí), solo una vez o dos vecinos ruidosos, aparcamientos desolados cuando me retiro a dormir y casi completos por la mañana, al marcharme a menudo incluso antes de partir (¿a qué hora llegan?) y una duda que me sigue rondando y a la que no encuentro explicación: ¿por qué todos sin excepción tienen máquina de hielos -da igual si hace calor o no- y, sobre todo, por qué le dan tanta importancia?

¿Bichos? 

No he visto ninguno (he sentido mosquitos, eso sí, sobre todo en Louisiana y Texas en julio)... aunque me esfuerzo no ser demasiado observador en los lugares más propensos. 

Por ahora, no me ha correteado ninguno por un brazo o por la cabeza en mitad de la noche. 

Solo, deprimido, agobiado... Biblia en Cadiz, Ohio (septiembre de 2017).

Biblias sí que hay. Porque los hoteles/moteles tienden a ser lugares cruelmente inhóspitos para solitarios. 

Y una sensación recurrente (esta es personal). En Estados Unidos o en España, en Arkansas o en Pennsilvania, en Galicia o en Jaén, siempre me asalta el final de la canción 'Hotel California' cuando llego o salgo un hotel. Esa frase lapidaria de "you can check out anytime you like, but you can never leave".

Mi plaza de aparcamiento, al marcharme del Bucksport Inn, de Maine, en septiembre de 2016.

Algo así me pasa con los hoteles de la ruta. Guardo recuerdos nítidos del 90 y largo por ciento de ellos (es imposible de todos por la impersonalidad de muchos). 

Será que nunca me he terminado de marchar. 

Me dejo ya de habladurías, que hay que registrarse ya (disculpen que, a veces, la habitación aparezca desordenada... a menudo me acordaba de hacer la foto por la mañana, antes de partir... y otras veces no hay imagen que dé testimonio de la habitación, pero creo que en esos casos -apenas tres- eran cadenas sin mucha distinción de otras tantas).

Estos son los 36 alojamientos donde me he hospedado (he repetido en dos ocasiones y en algunos he dormido más de una noche):


-Journey Inn Marion. Marion, Arkansas. 1 de septiembre de 2013




El primer motel de todas mis rutas ha sido el peor de toda la lista. Terrorífico, sucio, viejo, la puerta del baño ni encajaba, el polvo era gas mostaza (como las paredes agrietadas), el agua salía marrón de todos los grifos, el espejo del lavabo era opaco y cruzado por una cicatriz negra en diagonal... como para pensarse la cordura de las rutas solitarias. Pero la ilusión pudo con todo en ese momento (el coche, además, me dio problemas también en aquel arranque: me saltó un aviso de falta de aceite... y tenía 7.000 kilómetros por delante, así que tuve que volver a Memphis, 50 kilómetros atrás, a cambiarlo). Y tras aquella ruta (difícilmente habrá una que mejore a la primera) he seguido rodando cuatro veranos más...  

-Hannibal Inn. Hannibal, Misuri. 2 de septiembre de 2013



Otra pregunta recurrente: ¿cómo los reservo? Pues recomiendo Booking.com por encima de todas las cosas. En esta primera ruta reservé dos alojamientos con hoteles.com (este de Hannibal y el de Oxford) y en ambos tuve problemas (no tenían la reserva registrada). Gente que trabaja en el sector hotelero me hace una comparación muy gráfica con esto de las páginas que recopilan precios y ofertas: hoteles.com (y otras webs con mucho nombre y anuncio) son como las aerolíneas de bajo coste y Booking, por ejemplo, como una aerolínea tradicional. En el mundo de las reservas hoteleras en los USA eso ha supuesto que me han dado no pocas veces mejores habitaciones solo por reservar por este medio. 

Fin de la publicidad. 

-Red Roof Inn Sioux Falls. Siuox Falls, Dakota del Sur. 3 de septiembre de 2013




-Palace Express. Lead, Dakota del Sur. 4 de septiembre de 2013.



Este, también en la cola de los peores, ya ni existe. 


-Trails End Motel Sheridan. Sheridan, Wyoming. 5 de septiembre de 2013



Aquí desayuné rodeado del Primero de Caballería de Texas (el heredero actual del famoso Séptimo de Caballería), con el que luego me topé en el inolvidable Little Big Horn (donde aniquilaron al Séptimo). 


-1st Interstate Inn. Alliance, Nebraska. 6 de septiembre de 2013




-Diamond Motel. Abilene, Kansas. 7 de septiembre de 2013.



-Holiday Lodge. Pittsburh, Kansas. 8 de septiembre de 2013



-Confort Inn Oxford. Oxford, Mississippi. 9 de septiembre-12 de septiembre de 2013



En la tierra de Faulkner, pasé tres noches y dormí, por primera vez, en una habitación cuya superficie casi duplica la de mi casa. Doble cama doble, en un exceso de espacio que luego también he experimentado en otros rincones. Por el formato de la ruta iniciática, a través de las grandes praderas del Medio Oeste, tan lejos de grandes núcleos urbanos, ha sido el más barato de todos en cuanto a alojamiento. La media, 50 euros la noche, con algún sitio de 30 euros apenas (también fue el año, aquel 2013, en el que más favorable estaba el cambio para los que tenemos euros, algo así como un 20% de descuento en la prática: 10 dólares suponían ocho euros, vamos).



Pelham Hotel. New Orleans, Lousiana. 14 de julio-19 de julio de 2014





Una renovación no le vendría nada mal, todo sea dicho. Es uno de esos ejemplos de hotel anquilosado en décadas pasadas. Sin embargo, ostenta varias ventajas: es de los más baratos del centro y está en un lugar perfecto: al borde del French Quarter (en la parte de negocios, es decir, menos deprimida como otros flancos fronterizos al centro como Treme) pero sin estar en el meollo alcohólico y caótico. Además, y aunque no pertenece al hotel, en su planta baja está el Ruby Slipper, uno de los garitos para desayunar más famosos, buenos y accesibles de una ciudad famosa por su comida. 


-America Best Value Inn Greenville. Greenville, Mississippi. 19 de julio de 2014



-Super 8 Tupelo. Tupelo, Mississippi. 20 de julio de 2014



-Motel Inn Dahlonega. Dahlonega, Georgia. 21 de julio de 2014



Uno de los casos en los que no hay foto del interior. Sí hice una desde su aparcamiento el cielo anodino de este rincón perdido del norte de Georgia. 


-Quality Inn Downtown Historic District. Mobile, Alabama. 22 de julio de 2014




-Wyndham Garden Lafayette. Lafayette, Louisiana. 23 de julio de 2014



-Super 8. New Iberia. New Iberia, Lousiana. 24 de julio de 2014



Otro de los que no hay testimonio interior. Sí del exterior. Quizá es que me podían las ganas de salir de habitaciones impersonales y fotografiaba el aire en cambio (al ser un Super 8, podría servir una foto de cualquier otro Super 8: colchas en gris y verde, cuadros gigantescos en blanco y negro, conserjes paquistaníes, un Mcdonalds o Wendy o KFC al lado...). 


-Le Richelieu in the Quarter. New Orleans, Louisiana. 25 de julio-28 de julio de 2014





Cervezas en terrazas o a la puerta. Una costumbre que comencé en la terrazita de un metro cuadrado que me dieron (cortesía de lo que decía antes de Booking, porque no había reservado habitación con terrazita, que eran mucho más caras).






-Pelham Hotel. New Orleans, Lousiana. 6 de julio-11 de julio de 2015







Algo tendrá si repetí, ¿no? Fue una habitación más pequeña (individual) y, para reticentes, os dejo imágenes del desayuno del Ruby Slipper.


-Blue Moon Saloon and Guesthouse. Lafayette, Louisiana. 11 de julio de 2015






Aquí me empeñé en dormir después de conocer su versión saloon el año anterior. Porque su encanto es que es un garito donde hay música en directo y lugareños apasionados (poco turista en este rincón perdido del Estado). Como casi siempre ocurre, lo pasé mejor el primer año que en la repetición (además, se sumaron otros problemas logísticos con el coche). Había que reservar directamente con ellos (no están en ninguna web de hoteles).

Ah, la cabacera de la cama daba al escenario, con lo que había que esperar a que acabase el show para dormir.  

-Luling Inn. Luling, Texas. 12 de julio de 2015





-Sanderson Motel. Sanderson, Texas. 13 de julio de 2015





Como una hora estuve esperando que apareciera alguien por recepción. Fuera de esa sombra donde se aprecia mi coche harían unos 50 grados fácil. Sanderson es un pueblecito del sur de Texas en el que es sencillo imaginar cómo era el Salvaje Oeste. Porque por allí solo corría el polvo y, de vez en cuando, una patrullera de los policías de frontera (la carretera corre en paralelo apenas 15 kilómetros al norte del Río Grande, que es lo que separa a México de USA).

Por lo tanto, los motivos africanos de la habitación se hacen especialmente incomprensibles. 


-Fort Davis Drug Store and Hotel. Fort Davis, Texas. 14 de julio de 2015





Aquí, sin embargo, los motivos ornamentales son vaqueros, imitación de piel de vaca incluidos en las cenefas. Además, se desayunaba bien allí.


-Classic Inn Motel. Alamogordo, New Mexico. 15 de julio de 2015






Estaba tan emocionado, al anochecer y al amanecer con las White Sands aledañas que ni desde el aparcamiento hice foto. Era un motel de cadena, nada especial, por otra parte (aunque sí le recuerdo un conserje especialmente antipático). Dejo, a cambio, foto del diner donde me tomé una hamburguesa con dos tipos de jalapeños distintos bastante bastante buena. Y unas alitas picantes que, con lo primero, me tuvieron bebiendo agua hasta cuatro meses después. 


-Sandia Peak Inn. Albuquerque, New Mexico. 16 de julio-18 de julio de 2015




-America Best Value Inn. Garden City, Kansas. 18 de julio de 2015




-Motel 6. Paris, Texas. 19 de julio de 2015




Al igual que evito mirar las esquinas para no descubrir bichos, mi relación con otros huéspedes la mantengo a los mínimos de la educación, es decir, saludos y poco más. De este lugar recuerdo que había un movimiento muy extraño en su aparcamiento entre varios coches por parte de unos tipos no menos extraños. 


-Andrew Jackson Hotel French Quarter. New Orleans, Lousiana. 20 de julio-23 de julio de 2015 






Otro ejemplo de mejora no solicitada de la habitación reservada. El mejor ejemplo, puesto que me dieron la que es seguramente habitación estrella del local: con balcón enorme (todo el ancho de la habitación) a la la calle, que, como el nombre del hotel dice, se encuentra en el French Quarter (el centro histórico de New Orleans). Además, te traían a la habitación un pequeño desayuno (incluido en el precio) consistente en una jarra de café y un cruasán recién horneado. Lo único malo es que en New Orleans, a finales de julio, el calor que hace incluso al amanecer es inhumano... pero eso es casi quejarse por vicio porque esta habitación con estas prestaciones cuesta como el triple de lo que pagué...  

Además, el hotel es famoso porque dicen que el fantasma de Andrew Jackson (el primer presidente del sur profundo, ese al que comparan a Trump) deambula por sus habitaciones. Yo dormí, desayuné y estuve estupendamente. 






-Boston Omni Parker House Hotel. Boston, Massachusetts. 4 de septiembre-6 de septiembre de 2016






El hotel más caro donde me he hospedado. A la fuerza, porque los precios medios de Boston son prohibitivos y, por una oferta que logré, pude quedarme al precio habitual en un local como éste, el hotel más antiguo de los USA (sin que haya cerrado nunca desde su fundación en 1855) y un clásico donde también habitan fantasmas e imágenes históricas, toda vez que aquí se hospedaba Kennedy (en su restaurante dicen que pidió matrimonio a Jackie) o era un asiduo Mark Twain. También inventaron la Boston Cream Pie, a la que no dejé escapar en ninguno de los dos desayunos. 


-Provincetown Inn. Provincetown, Massachusetts. 6 de septiembre de 2016







En el extremo de la península de Cape Cod (lugar de veraneo de ricachones de la costa este), fuera de temporada... ¿soy yo o esos pasillos que conducían a la zona de habitaciones desde la entrada no tienen cierto aire al Resplandor? (tantos años después, me pregunto las piernas que tenía Danny... porque ir a eso velocidad en la bicicleta sobre moquetas no debía ser fácil). 


-Bucksport Motor Inn. Bucksport, Maine. 7 de septiembre-12 de septiembre de 2016






Mi rinconcito en Maine. Un motel familiar (alejado de la impersonalidad de las cadenas), donde te dejan tranquilo y haces vida (duermes o lo que sea) tranquilo. Cerveza a la puerta mientras leo (a Stephen King, por supuesto), caminatas por el paseo fluvial junto al centro urbano a unos diez minutos del motel andando, supermercado donde venden manzanas, tomates o arándanos de Maine justo enfrente... 






-Alexander Inn. Philadelphia, Pensilvania. 7 de septiembre-9 de septiembre de 2017





Al igual que el Pelham con New Orleans, la mejor opción precio-ubicación del centro de Philadelphia. Con la diferencia de que este sí lo han renovado hace menos tiempo.


-Blue Sky Motel. Gettysburg, Pensilvania. 9 de septiembre de 2017



Como regalo de cumpleaños de 2017 me encontré con el segundo peor hotel/motel de toda la ruta. El agua salía transparente, al menos. 


-Super 8 Suffolk Tidewater. Suffolk, Virginia. 10 de septiembre de 2017


Nada especial, si bien los Super 8 tienen la virtud de parecer en imagen mucho mejor de lo que son en realidad. Aun así, había un ambiente muy extraño esa noche en esta esquina de Virginia. Cené una ensalada de Mcdonalds mientras veía las noticias del huracán que había anegado Florida (sería esa vibración la que había en el ambiente, pese a estar cientos de kilómetros al norte). 


-Days Inn Morristown. Morristown, Tennessee. 11 de septiembre de 2017




Las vibraciones se convirtieron en cola muy residual del huracán en este remoto punto de Tennessee (a unos 1.300 kilómetros de Naples, la localidad más afectada por 'Irma'), con lluvias racheadas y un viento de unos 60 kilómetros por hora... algo que no impresiona a un gaditano, pero está claro que la atmósfera estaba viciada. 

-Days Inn Cadiz. Cadiz, Ohio. 12 de septiembre de 2017



-Fairbridge Inn Express. Milford, Pensilvania. 13 de septiembre de 2017




-Bucksport Motor Inn. Bucksport, Maine. 14 de septiembre-18 de septiembre de 2017




De regreso a casa, esta vez a una habitación más acogedora por su tamaño, con una cama en lugar de dos y una extensión razonable para una sola persona. Además, estaba a la vuelta del establecimiento principal, con lo que la alejaba del ajetreo de tráfico de la carretera. Perfecta. 

-Inn at Saint John . Portland, Maine. 18 de septiembre de 2017



Fin de trayecto... por ahora. Misma recomendación que con el Pelham de New Orleans o el Alexander de Philadelphia para una ciudad pequeña como el Portland de Maine que, al ser la capital oficiosa del Estado (sobre todo, en su aspecto turístico) es particularmente cara. No hay ascensor y las escaleras son empinadas y endiabladas... tampoco tienen baño particular todas las habitaciones (ojo con eso al reservar).