domingo, 23 de septiembre de 2018

Pop, rock y blues




Hace diez años, cuando puse punto y final a 'Una historia pop' (lo de 'aventura' vino luego por sugerencia editorial) creía que ahí acababan las aventuras de Carmen, Ricardito y Freddy. Allí se quedaban, en la playa gaditana donde crecí, la Playa de la Torre del Puerco, desangrándose o quizá muriéndose después de una batalla imposible. Lo del epílogo aclarando un poco las cosas también vino mucho después. Durante mucho tiempo, el final fue el final. Pasarían muchos años de espera, de incertidumbre, de rechazos, de silencios, de fracasos.




Entre unos y otros, en septiembre de 2009, me vino a la cabeza un primer fogonazo de posible continuación. Fue en Monument Valley, no en las praderas de los monolitos famosos de las películas de John Ford, sino en un valle apartado, a la espalda de los turistas: por un momento, vi a los tres cabalgando a toda prisa porque les perseguían montañas que cobraban vida. O algo por el estilo.



Pero llegó 2010 y luego 2011, cuando la vida me dejó poco resquicio a la ficción y el poco aire que me quedaba lo volqué en 'Runaway' y su huida hacia delante. Poco a poco, Carmen, Ricardito y Freddy caían en el peor de los olvidos, que es el olvido de quien los creó. Nadie los quería, a nadie les interesaban. 2012 también pasó y, con él, el bicentenario definitivo de los hechos que sirven de escenario a la novela (aunque, en puridad, los hechos sucedían en 1811). 

Cuatro años después de poner el punto y final, y con otra novela más reciente entre manos, era el momento de pasar página. Había quien me decía que aquella novela era distinta, la de Pop, digo. Dani, Nuria, Ana... aquellos que la leyeron en folios impresos en casa y sobre los que agotaba cartuchos de tóner porque me empañaba en imprimir los ejemplares en color, con los protagonistas, cada vez que se les nombraba, en una tonalidad distinta: Carmen en rojo, Ricardito en azul y Freddy en naranja; aquellos que se resistían a dejar morir aquello.

Por ellos (bueno, y porque soy un poco cabezón) incluso la llegué a subir a Amazon. La compraron unos cuantos amigos, quizá algunos leáis esto. Y con eso sí que pensé que ahí se terminaba su periplo. Fue entonces, como en una peli mala, cuando ya no esperas nada, que oí a un amigo que me contaba que un amigo de un amigo estaba montando una editorial a la que había enviado una novela que había escrito y que aceptaba manuscritos. Que publicaba solo en digital. 

Esta foto me la enviaron este mismo domingo desde Cádiz una amiga lectora.


Bueno: después de solo recibir calladas por respuesta saber que había alguien que al menos abriría mi correo ya es algo. Es como lo de mandar currículms sin que haya nadie al otro lado. Y les escribí, adjuntándoles 'Runaway', que era lo último que había terminado y mi apuesta del momento. En el último segundo, añadí 'Una historia pop'. Porque adjuntar documentos era gratis (si hubiera tenido que enviarla por correo postal jamás me habría gastado otros 30 euros en imprimirla y encuadernarla de nuevo para nada). La editorial era Lapsus Calami y el contacto Jorge Vales.

Hoy, ambos nombres puedan sonar a malditos. Y sin “el pueden sonar”. Obviamente, yo les debo el comienzo de lo que pueda ser (de lo poco que pueda ser en este mundo editorial) a los Jorge Vales y Lapsus Calami de 2013 y de 2014. También a Carlos Bravo (lector cero y entusiasta), José Miguel Campos (responsable de redes y no menos entusiasta promotor de la obra) o Jean (correctora y tampoco menos entusiasta de la novela).



Primavera de 2013. Jorge me llama y me dice que me publica la novela. Esa llamada que todo aspirante a escritor sueña con recibir, me llega cinco años después de haberla escrito, casi 20 años después de haber escrito y terminado mi primera novela, allá por los primeros años de facultad. Yo creo que se refiere a 'Runaway' y dice que no, que no. Que habla de Pop. Que le gusta tanto que ha decidido editar en papel mi novela y la de aquel amigo que me habló de él. Que se pone en marcha todo. Y ocurre. Y el 9 de noviembre de 2013, día festivo por la Almudena en Madrid (lo destaco porque la primera novela de juventud que terminé, la de 1993-1994, arranca justo un día de la Almudena) cojo un autobús en Moncloa y subo a Torrelodones, donde vivía Jorge, y en un bar del centro, junto a Jean y Jorge, recibo mi primer ejemplar. Como no sé lo que es tener un hijo puede resultar algo frívolo hablar del orgullo y la felicidad con la que bajé, libro en el regazo, hojeándolo ansioso, a Madrid esa noche, en el último autobús de la noche, en la madrugada ya del día siguiente.

Hago aquí una elipsis hasta el año 2015 porque solo quiero hablar de cosas bonitas. Y momento bonito donde los haya es cuando en aquellos meses me crucé con Carmen Moreno. Poco a poco, de casualidad, de pasada, en una presentación o en otra. 

El escenario del asedio a Nueva Orleans.

A mediados de ese 2015 ya había terminado 'Un horizonte rock' (nombre original de 'La Dama Blanca del Mississippi'), una vez que Jorge me había pedido que continuase con la historia y yo, después de pasar por Nueva Orleans en el verano de 2014, decidiera que había una historia en ese otro asedio tan parecido a una ciudad que tanto se me parece a Cádiz como Nueva Orleans. 

Jorge estaba tan encantado que hasta me obligó a abrirme una cuenta de skype (nunca la he llegado a usar y no sé ni cómo quitarla del escritorio) para hacer una presentación desde la ciudad americana en mi viaje de julio de 2015. Una de sus ideas. La última. ‘Un Horizonte Rock’ no se publicó a tiempo para julio. Ni para agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre…

Jorge desaparece de escena y aparece Carmen, que andaba ya lanzando desde hacía meses su propia editorial. Por supuesto que quiere ‘Un horizonte rock, pero tiene que hacer hueco en la programación. Por supuesto. Si esperé 20 años por Pop, qué más dan ya unos meses más.

Pasa 2016.



Llega 2017 y en abril, ese otro mes donde tantas cosas (me) ocurren se publica ‘La Dama Blanca del Mississippi’. La historia desde esos días ya es algo más conocida porque he dado la brasa convenientemente en este blog y en las redes.

Esto era una historia de orígenes y de reconocimiento a quien sigue creyendo en todo ello. Hagan caso a Carmen y pasen por su tienda, la digital https://www.cazadorderatas.com/ o la física, Librería La Ratonera, en Cadi, Cadi.



Para celebrar que, tras Pop y Rock, el círculo se cierra con un Blues (o empieza de nuevo, o yo qué sé), os dejo la que podría haber sido la banda sonora de la criatura de haber elegido el mismo modelo de sus dos hermanas mayores en lugar de rendirme a la poesía.

Disfruten, al menos, de la música. Y lean. No a mí, necesariamente. 

Pero lean. 

Primer verso: ‘You only live once’, de The Strokes



Segundo verso: ‘Machine gun’, de Portishead




Tercer verso: Common People, de Pulp



Cuarto verso: ‘Behind blue eyes’, de The Who



Quinto verso: ‘Crown of love’, de Arcade Fire




Sexto verso: ‘Amie’, de Damien Rice






Séptimo verso: ‘The man who sold the world’, de David Bowie



Octavo verso: ‘Ring of fire’, de Johnny Cash




Noveno verso: ‘Crystalised’, The XX



Décimo verso: ‘California stars’, de Billy Bragg & Wilco



Undécimo verso: ‘Gotta get away’, de The Black Keys




Verso suelto: 'Yankee bayonet', de The Decemberists