‘Runaway’ es, seguramente, una de
las primeras canciones que recuerdo que me gustasen irracionalmente.
Que es como te gustan las
canciones de las que no puedes escapar jamás.
Hablo de la canción de Del
Shannon y de una época en la que yo pondría tener siete u ocho años y andaban
por mi casa viejas colecciones a modo de enciclopedias de éxitos del primer
rock and roll. Elvis, Little Richard, Chuck Berry, Jerry Lee Lewis en discos de
vinilo a 45 revoluciones (los pequeñitos que adornan cafeterías chic ahora, en
efecto)… Unos años después, cuando se estrenase en 1987 la película ‘La Bamba’
descubrí que ese rock and roll nació, vivió deprisa y empezó a morirse con
Buddy Holly (y Ritchie Valens y un tal The Big Bopper cuyo nombre he tenido que
comprobar en la Wikipedia) en un accidente de avión al norte de Iowa, en una
fría noche de febrero de 1959.
Pero hablábamos de ‘Runaway’ y de
Del Shannon (publicada en 1961 y dejando claro que el muerto rock and roll sonaba muy vivo).
Os sonará, supongo.
Quizá sea más difícil de explicar
por qué he llamado ‘Runaway’ a la novela que me acaba de publicar la editorial
Cazador (y que podéis comprar aquí).
El nombre no aparece ni se
justifica en toda la novela. Por la trama, podría referirse a los accidentes de
tráfico sin aclarar y en el que se ha dado a la fuga (run away, o sea) el
conductor culpable (incluso, en una versión inicial me inventaba que la Guardia
Civil denominaba así este tipo de siniestros). A los chicos que se escapan de
casa en el mundo anglosajón se les llama así, ‘runaways’ (hay un cómic y una
serie de televisión –algo lenta y cargante, la verdad- así llamados por un grupo
superhéroes adolescentes huidos). Y escuchando a Del Shannon pensaba en su amor recién perdido pero yo siempre me lo imaginé como su escapada del mundo, su
descanso de la mierda de vida que llevaba y a la que está condenado cualquiera que ha perdido algo muy querido.
Sumen todo o no elijan ninguna de
las tres. Si no lo sé ni yo...
Sí sé que ‘Runaway’ la escribí en un momento
que, como el conductor culpable, el adolescente rebelde o la chica de Del,
necesitaba huir.
Y huí a la literatura.
Por el camino, por las radios que
oía en carreteras de Granada o Cádiz (recuerdo momentos exactos en que sonaban
esas canciones en lugares muy concretos de ambas), me encontré con estas otras
dos 'Runaway' (mismo nombre, pero nada que ver con la de Shannon).
Y seguí viajando. Y descubriendo
canciones y carreteras. Y escribiendo.
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