Al cielo, de vez en cuando, se le caen todas las monedas de pronto y pone perdido de plata al mar.
Las olas se tragarán la historia. Si nadie la pesca, si nadie la rescata, la historia se perderá. Pocas cosas hay más tristes que una historia a la deriva, derritiéndose al vaivén de las mareas, despedezándose contra las rocas, burbujeando (glub, glub, glub) mientras se hunde. ¿Cuántas historias se esfumaron en 2014?
Esto no es una felicitación ni nada que se le parezca.
Esto no es más que un reto.
Porque, como tanto ando diciendo que dijo Faulkner, siempre hay una historia al otro lado de un último horizonte (él decía que en un horizonte de verano).
Sólo hay que mirar.
Sólo hay que contar.
Sólo hay que seguir, incluso ahora que los horizontes son fríos; ahora que es invierno.
Ahora que los horizontes destilan ese oro brillante y nuevo.
Quizá en 2015, como dijo Chéjov, "encontraremos paz. Escucharemos ángeles. Veremos el cielo centelleando con diamantes".
Plata, oro y diamantes... Hay que ver todo lo que se le cae a los horizontes cuando no estamos mirando.
Hay que ver...
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